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Ruth Pliego es Doctora en Historia por la Universidad de Sevilla desde el año 2006. Pertenece al grupo de investigación “De la Turdetania a la Bética” que dirige la catedrática de Arqueología, Francisca Chaves Tristán, de quien se considera discípula. En el marco de ese grupo colabora en varios proyectos de investigación aunque también ha trabajado en otros ámbitos como el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, perteneciente a la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.
- Al encontramos con la juventud y el salero andaluz de esta hija, hermana y sobrina de prestigiosos numismáticos sevillanos, lo primero que nos preguntamos admirados es cuándo comenzó a interesarse por la moneda visigoda y por qué.
Ese mundo siempre me ha interesado y en ello ha debido influir de manera decisiva, Francisco Pliego, mi padre, que es, en opinión de muchos, quien mejor conoce la moneda visigoda del panorama numismático profesional. De manera más concreta fue en un momento allá por el año 2001. Acababa de presentar mi tesis de licenciatura, la tesina, que trataba sobre la moneda sículo-púnica y su repercusión en el Sur de la Península Ibérica. Como digo mi padre tenía la idea de realizar un buen catálogo de moneda visigoda junto a un gran amigo suyo con quien ya había trabajado en el tema de los plomos monetiformes peninsulares. A pesar de los intentos por ambas partes su proyecto, por distintos motivos, no pudo realizarse aunque yo ya me encontraba demasiado implicada en el apasionante mundo de los visigodos. En junio de 2006 presenté mi tesis doctoral en la Universidad de Sevilla, que con algunos cambios y actualizaciones necesarios, fue la base de “La Moneda visigoda” publicada en 2009.
 - ¿No suena a algo muy serio el que una joven sevillana como usted se dedique a divulgar por el mundo las acuñaciones que hicieron los “sisebutos”, “gundemaros”, “wambas” y compañía?
Le agradezco lo de joven, aunque cuando comencé a estudiar la moneda visigoda llevaba ya varios años trabajando en un grupo de investigación de la Universidad de Sevilla, una de las universidades más antiguas de España, en uno de los departamentos de Arqueología más reputados del país y dirigido por una de las figuras más relevantes de la Numismática, no sólo a nivel nacional. Si a eso le añadimos la riqueza arqueológica de nuestra tierra no sorprende tanto que ésta haya sido la ciudad donde se formaron personajes de la talla de Antonio Delgado o Francisco Mateos Gago, que hablaron muy en serio de monedas.
- ¿Había publicado alguna otra obra de referencia numismática con anterioridad?
No de las características de “La Moneda Visigoda”. De mi tesis de licenciatura, que como digo trataba sobre un periodo muy diferente, la España pre-bárcida, salieron varios artículos publicados en revistas nacionales e internacionales, así “Un campamento cartaginés del siglo IV a. C. en El Gandul (Alcalá de Guadaíra, Sevilla)”, en la “Rivista di Studi Fenici” o el que lleva por título “Sobre el reclutamiento de mercenarios turdetanos: El campamento cartaginés de El Gandul (Alcalá de Guadaira, Sevilla)”, en “Habis”. Las hipótesis planteadas en esos trabajos siguen estando de plena actualidad por lo que es una línea de investigación que no he abandonado y que sigo desarrollando junto a mi colega y gran amigo, Eduardo Ferrer Albelda. De hecho ambos fuimos invitados a presentar este asunto en el Department of Coins and Medals del British Museum hace un par de años y el resultado de esas charlas está a punto de ver la luz..
 - ¿Quién ha sido su guía en la elaboración de “La Moneda Visigoda”?
Cuando me sumergí en el mundo de la moneda visigoda llegué pronto a la conclusión de que mi libro debía contar con un corpus al estilo del que G. Miles publicó en Nueva York en 1952 “The Coinage of the Visigoths of Spain. Leovigild to Achila II”, si bien tendría la oportunidad de aprovechar las innovaciones en edición que no tuvo Miles y que facilitan la clasificación de las piezas. No obstante el estudio de Miles es muy sintético a diferencia del de A. Heiss (“Description générale des monnaies des rois wisigoths d'Espagne”, París, 1872), quien analizó toda la documentación existente sobre el periodo, incluida la eclesiástica, para trazar, por ejemplo, el mapa de los talleres visigodos. Ambos trabajos han sido fundamentales en la concepción de mi obra aunque el esquema del mismo no es nuevo ni propio, y lo encontramos ya en la obra del Padre Flórez de 1773, “Medallas de las Colonias, Municipios y Pueblos antiguos de España…” con las de los Reyes Godos.
- Dificultades para investigar y, luego, publicar: ¿muchas o pocas?
Las dificultades para investigar son las clásicas: resulta complicado investigar y sobrevivir si careces de ayudas por parte de alguna institución pública o privada. Publicar es más sencillo si el trabajo tiene calidad y el editor en cuestión tiene amplitud de miras. Tuve la gran fortuna de que mi libro llegara al Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla siendo director del mismo Antonio Caballos Rufino, catedrático de epigrafía. Por lo que valoró la edición de “La Moneda Visigoda” de modo muy beneficioso a mis intereses, que supongo coincidirían con los suyos. A pesar de las dificultades de distinto tipo a las que ha tenido que hacer frente, el libro está funcionando muy bien y solo hace un año que se publicó.
 - ¿Qué tiene “La Moneda Visigoda” que no hayan tenido otras publicaciones sobre esa etapa de la moneda española? ¿Qué aporta a la Numismática?
Como ya he dicho la estructura de la obra es bastante clásica e incluso las novedades que aporta, con respecto a las más recientes publicaciones sobre moneda visigoda, está ya en las bases de la mencionada obra de Flórez de 1773. Este autor destacaba la importancia de mencionar el lugar en el que se conservan las monedas mencionadas y decía textualmente, “sin cuya noticia no sabemos dónde recurrir en caso de necesitar nuevo reconocimiento”. Con esas palabras queremos hacer hincapié en el afán de Flórez, y que comparten la mayoría de los investigadores en numismática, por la elaboración de un auténtico corpus, que también ha sido el motor de mi trabajo y que ha faltado en otros catálogos dedicados a este periodo. Este interés me ha llevado a estudiar las principales colecciones con monedas visigodas de dentro y fuera de España, así la del Gabinete Numismático de Cataluña, el Instituto de Valencia de Don Juan, la Real Academia de la Historia, la Hispanic Society of America, el British Museum, el Fitzwilliam Museum de Cambridge, el Royal Museum de Estocolmo, el de Copenhague, el Museo de Stuttgart… y aunque parezca sorprendente en “La Moneda Visigoda” aparece por primera vez y de manera completa colecciones como la del Museo Arqueológico Nacional –obviamente la formada tras la Guerra Civil–, la de la Bibliothéque Nationale de France, o la del Bode Museum de Berlín, por mencionar solo la más destacadas. En la misma línea también cuenta con el registro completo de las piezas todas las colecciones particulares conocidas a cuyos repertorios hemos incluido una importante colección conservada en Francia.
- La Universidad de Sevilla se ha volcado en el patrocinio de su labor investigadora, ¿cree que todas las universidades españolas actúan de la misma manera con los investigadores numismáticos?
Sinceramente, no creo que las Universidades tengan nada a favor o en contra de los trabajos de numismática, al menos, esa impresión he sacado de mi experiencia. Los encargados de Publicaciones de las universidades no dejan de ser editores que persiguen vender los libros que editan y deben valorar no sólo la solidez científica de las obras, sino también la demanda de las mismas.
- ¿Seguirá investigando y publicando sobre moneda visigoda o cambiará de época numismática?
Creo que seguiré con la moneda visigoda en la medida que sea posible y de hecho tengo varios estudios en preparación relacionado con tesoros antiguos que espero poder publicar en breve. Pero además sigo trabajando otros asuntos como el periodo pré-barcida y la Segunda Guerra Púnica algunos de cuyos trabajos verán la luz muy pronto.
- ¿El apellido Pliego ayuda o aporta más responsabilidad?
A nivel personal ha aportado algo que es difícil de cuantificar y que no deja de ser importante, me refiero a esa cotidianeidad o familiaridad con la moneda, que se tradujo cuando empezaba, en una mayor facilidad para acceder a material de estudio de lo que tal vez hayan tenido otros investigadores. Aún así, siempre hay responsabilidad, te llames como te llames, así que en ese sentido no lo creo.
- ¿Le ha dicho alguien: ¡Ruth, qué obra tan pesada!, refiriéndose al gramaje de los dos tomos, naturalmente?
¡Yo misma! Cuando he viajado con él para regalarlo a aquellos que me han ayudado –por cierto, aún me quedan algunos–, ha sido un auténtico suplicio. Así que sí, el saber sí ocupa lugar ¡y pesa!
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