Como habíamos adelantado en el artículo anterior comentaremos, en primer lugar los errores cometidos en la impresión de la numeración y lo que aprendemos de ellos.
Una de las medidas antifalsificación que se adoptaron a principios del siglo XX fue la de numerar los billetes en las dos caras, medida que dejó de efectuarse en los billetes españoles a partir del 100 pta. de 1965, Gustavo Becker.
A partir de esa emisión no cabe duda de que la numeración se efectuaba con una única máquina, pero queda la duda de si la numeración de las dos caras se hacía en una sola pasada o con dos máquinas sucesivas. La duda la puede resolver la pareja de 100 pta, Romero de Torres cuya imagen ponemos. Uno de los ejemplares tiene por numeraciones, 2Q 834137, en anverso y 2Q 834138 en reverso y el segundo 2Q 834138 anverso y 2Q 834137 reverso, es decir, numeraciones cruzadas.

Si solo tuviésemos un billete con diferente numeración anverso y reverso podía atribuirse a un defecto de programación de los numeradores pero este error, con una pareja con numeraciones cruzadas, solo ha podido producirse al imprimirse en primer lugar la numeración de una cara y, posteriormente, en una segunda máquina, la de la otra cara ya que el proceso del error ha sido: Numeración cara 1 billete A, numeración cara 1 billete B, apilado (y equivocación al invertir el orden de pliegos), numeración cara 2 billete B y numeración cara 2 billete A.

Veamos un segundo tema con unos errores sobre billetes de Galdós.
En el primer billete vemos las numeraciones fuera de posición y diferentes, con una diferencia numérica entre ellas de 50.000, exactamente.

En el segundo billete vemos tres números, dos de ellos de forma parcial pero fácilmente reconocibles. El número central y el inferior son coincidentes, mientras que el superior se diferencia en 50.000 unidades menos.

Ambos errores se han producido por introducción del pliego de forma retrasada en la máquina de numerar por lo que los dos billetes llevan la numeración de dos billetes consecutivos de la misma columna: La numeración de una columna salta de 50.000 en 50.000 números
El número real que corresponde al billete son los centrales, U 1290764 B en el primer ejemplar y U 1430764 B en el segundo. Vemos que las numeraciones se diferencian en 140.000 unidades exactas, lo que nos hace pensar que ambos billetes pertenecen al mismo pliego, ya que es impensable que haya ocurrido este mismo tipo de error en dos pliegos diferentes y que en ambos coincidiesen las cuatro últimas cifras.
Sabemos que el pliego estaba formado por 4 x 6 ejemplares por lo que la colocación exacta en el pliego no la podemos determinar con solo estos dos ejemplares pero sí que sabemos que la única combinación posible es que el segundo ejemplar, respecto al primero, esté en la columna de al lado y cuatro filas más abajo y, con esta posición el salto entre billetes de la misma fila es de 10.000 unidades.
Ignoramos si siempre se ha seguido esta pauta de numeración. De hecho conocemos billetes con estos mismos tipos de error, subasta Noviembre 2001 en Áureo, en que el salto, respecto del billete inmediatamente superior es de 10.000 unidades.
La diferencia de saltos, 50.000 o 10.000 podría ser debida a que al ponerse en funcionamiento la máquina de empaquetado automático, Cut-Pack, en 1982, el billete serie W fuese fabricado unos meses antes de su instalación y que se hiciese con otra pauta de numerado que cuando se automatizó totalmente el proceso. Otra posibilidad es que se hiciesen diferentes programaciones, según necesidades, de la Cut-Pack que requerirían variantes en las numeraciones.
En otros billetes, y a causa de los errores, hemos visto saltos de 10.000, en contiguos en horizontal, en billetes de Juan Ramón Jiménez o de 40.000, en contiguos en vertical, en el 10.000 pta. de 1985 y de 100.000 en contiguos en horizontal en Galdós. Este último nos hace pensar en diferentes programaciones de empaquetado de la Cut-Pack.

Estos saltos numéricos nos dan la oportunidad de detectar, o al menos sospechar, posibles falsificaciones de errores por pérdidas, parciales o totales, de impresión calcográfica.
Si vemos un error de falta de calcografía en varios billetes correlativos es casi seguro que sea una falsificación ya que es altamente improbable que ocurra el mismo error en pliegos sucesivos, por el contrario, si encontramos dos billetes con un error semejante, y su numeración difiere en millares exactos, debemos pensar que ambos billetes pertenecen al mismo pliego y que el error es auténtico. Recordamos las imágenes de dos billetes de J. Ramón Jiménez que pusimos en el primer artículo con este tema:
http://www.numismaticodigital.com/noticia/10223/articulos-numismatica/la-ensenanza-de-los-errores-y-su-autentificacion--i-.html
En cuanto a las falsificaciones de numeraciones, generalmente letras, estas se han dado en las últimas emisiones con cierta frecuencia, no tanto para imitar errores sino para simular las series raras.
Los borrados de dígitos para imitar la falta de numeración es difícil de detectar excepto en los ejemplares de muy alta conservación ya que en ellos, para disimular el relieve propio de la tipografía es necesario realizar un planchado que también destruye la de la calcografía. En billetes usados es prácticamente imposible confirmar la autenticidad.
Las manipulaciones para simular diferentes numeraciones en el mismo billete o parejas de billetes con igual numeración son muy escasas, pues las primeras son relativamente poco codiciadas y requieren un trabajo difícil para realizar el borrado y colocar un nuevo número con tipología idéntica y en las parejas de igual numeración se añade la dificultad de hacer el fraude sobre un billete en calidad óptima ya que al ser billetes con igual numeración es preciso que prácticamente no hayan circulado para que no se hayan separado. En general es fácil detectar el posible fraude ya que es difícil conseguir el color idéntico a los restantes dígitos y la colocación casi perfecta.
Lo que se realiza con cierta frecuencia es el intentar modificar la serie de un billete “normal” para transformarlo en una serie especial de las consideradas muy raras. La detección de estos fraudes es relativamente fácil, estudiando, en primer lugar, la numeración de la serie, ya que las series raras tienen tiradas muy limitadas, la colocación de las letras, su color y su relieve en los ejemplares bien conservados y en las emisiones de 1992 recordar que la numeración es sensible a la radiación ultravioleta por lo cual es siempre detectable una manipulación con una lámpara de ultravioletas.
El último paso antes del empaquetado y envío al BdE es el guillotinado en donde se originan gran número de errores provocados por producirse dobleces en las esquinas del pliego, lo que da lugar, en los casos en los que el doblez es de gran magnitud, a que se puedan ver las marcas de ajuste y color en los pliegos, tal como vemos en el 5.000 pta. de Juan Carlos.

También, estos grandes pliegues nos enseñan que la impresión litográfica se imprime pliego a pliego en las emisiones de 1979 y 1985, ya que los ejemplares de estas emisiones no tienen los márgenes horizontales en blanco y cabría la duda de si la litografía se imprimía de forma continua a lo largo de una bobina o pliego a pliego y con estos errores de grandes dimensiones de papel sobrante vemos los márgenes en blanco de los pliegos.
Hasta la emisión de 1970, Manuel de Falla, los billetes se enviaban al Banco de España sin la impresión de la firma del cajero, en donde, para control de la puesta en circulación y contabilización, se imprimía esta por medios tipográficos.
Quizás la defectuosa colocación de la firma del cajero es la causa del mayor número de errores.
Conocemos muchos billetes sin la firma, error fácil de comprender como tal, pero desconcertante cuando esa impresión es la garantía de recepción del billete por parte del BdE y de la correcta contabilización del pasivo del banco.
Los errores más frecuentes son los posicionamientos de la firma alejados de su lugar normal pero las posiciones erróneas son lógicas: el billete ha sido introducido por la cara contraria, caso del Becker, o en dirección opuesta, en el caso del Romero de Torres. Estos dos tipos de error son, también muy frecuentes.

Bastante más raro es la doble impresión de la firma, creemos que por no retirar a tiempo el ejemplar, que en ocasiones llega a imprimirse tres veces. Especialmente es rarísimo el error del ejemplar de Becker, en el que se ven tres firmas y una cuarta, esbozada en el margen, en la que solamente una está en la posición correcta. Este error, claramente auténtico, dado que el billete está sin circular y sin rastro de ningún pliegue, por lo que la nitidez de la firma y el relieve son perfectos, nos resulta incomprensible, por lo que podemos pensar en un error “de favor”.
Estos errores, tan variados y frecuentes nos indican que la impresión se realizaba billete a billete con varias máquinas individuales, seguramente tipo minerva, y manejo manual poco cuidadoso.
La falsificación de este tipo de errores, solo la vemos factible en borrado de la firma y en ejemplares muy circulados para que no se note la afectación del papel. La adición o colocación de firmas en otros lugares sería fácilmente detectable por el notable relieve que ofrece la tipografía, por lo que la adquisición de estos errores debe hacerse de ejemplares muy poco circulados y que se aprecie en ellos el relieve. Por otra parte, son errores que no suelen tener alto precio por lo que no incentivan la falsificación.