El metal, el agua, la madera, la tierra y el fuego se organizan bajos estas dos fuerzas, en las que el Yin representa lo femenino, la flexibilidad, la tranquilidad, la línea de partida y la tierra. Y el Yang simboliza lo masculino, la actividad, la dureza y potencia, la línea continua, y el cielo.
Cada uno de estos cinco elementos está conectado y subordinado a los demás, y forman parte del ciclo constructivo y destructivo de la vida dentro del taoísmo. En el constructivo: el metal genera agua, el agua construye la madera, la madera crea el fuego, el fuego se transforma en tierra, y la tierra vuelve a ser metal. Y en el destructivo: el metal destruye la madera, la madera descompone la tierra, la tierra devasta el agua, el agua apaga el fuego, y el fuego desintegra el metal.
Este último elemento, el metal, se representa con una casita con tejadillo de dos aguas. Se asocia a la abundancia y a la escasez, y al consumirse por el fuego que hace fluir el agua como parte de un proceso vital en el que perdemos y ganamos cosas al mismo tiempo.
Para algunos la suerte no existe. Es solo un frío cálculo de probabilidades, pero muchas personas buscan en algunas monedas chinas y de otros países el simbolismo necesario para dar la vuelta a una mala racha, atraer la fortuna, el amor, o incluso ganar dinero.
El origen de la más popular de las monedas de China se remonta a la época de su unificación y la expulsión definitiva de los mongoles. Después de acabar controlando la mayoría de territorios claves de la Ruta de la Seda y con la expansión del comercio, las monedas circulares sustituyeron a otras con diferentes medidas y pesos. Con el paso de los años, las denominaciones más altas –de 5 y 10 cash- eran insuficientes para el intercambio de bienes, y se empezaron a acuñar con un agujero en el centro, que permitía unir muchas monedas con una cuerda. Para los chinos es habitual utilizarlas con un cordel de seda roja como monedas de la suerte.
Otra de las monedas sinónimo de buena estrella es el penique estadounidense. Para enseñar el valor del dinero y la amistad, los abuelos solían repetir: “Find a penny, pick it up all day long, you will have a good luck. Give it to a faithful friend; then, your luck will never end” (Encuentra un centavo, recógelo y tendrás buena suerte durante todo el día. Dáselo a un amigo leal; entonces, tu suerte no se acabará nunca).
Con la creación del Departamento del Tesoro en 1789, trece años antes de la firma de la Declaración de Independencia, Estados Unidos empezó a centralizar su política monetaria y a acuñar sus primeros centavos ante el colapso del papel moneda emitido por miles de bancos, que por aquel entonces respaldaban sus transacciones con oro, terrenos o propiedades.
Los primeros centavos en Estados Unidos se imprimieron en 1792. Eran completamente de cobre, y llevaban impresa una efigie una mujer representando la libertad. A principios del siglo XX, en 1919, fue sustituida por Abraham Lincoln, y el cobre se sustituyó por el zinc, que era más barato y fácil de manipular y transportar.
El mineral empleado en los centavos es, precisamente, la principal razón de que el penny sea sinónimo de buena suerte. Asociado a las vetas minería de cobre y plata, encontrar cualquier tipo de metal era el preludio de que las fuerzas de la naturaleza sonríen la fortuna de quien las descubre.
Otros, más supersticiosos, creen que las dos caras de una moneda son la representación del mal y del bien. Si encuentras un centavo con la cara hacia arriba, la suerte está de tu lado. Aunque si la encuentras boca abajo, debes darle la vuelta y dejarla para que la suerte acompañe a la siguiente persona que la encuentre. Como en el taoísmo, todo consiste en ver lo bueno en lo malo, y lo malo en lo bueno.
