Efectivamente, ahora ha vuelto a reavivarse un problema de siglos que atañe a la Numismática, pues la actividad fraudulenta de los falsarios ya castigaba al numerario romano y pueblos y civilizaciones posteriores.
Pero no hace falta retrotraerse a la Pragmática Sanción, por ejemplo, o a legislaciones persecutorias posteriores para comprobar cómo siempre ha habido interés en coleccionistas, comerciantes e investigadores en perseguir los delitos de falsificación para intentar erradicarlos.
Retrocedamos tan sólo 39 años, hasta 1972, para comprobar que organizado por la Institución Fernando el Católico, a propuesta de su consejero de número y director de la Sección de Estudios de Prehistoria, Arqueología y Numismática Aragonesas, Dr. Antonio Beltrán Martínez, tuvo lugar en Zaragoza, entre los días 12 y 17 de septiembre, el I Congreso Nacional de Numismática. Pues bien, en ese histórico Congreso, entre otros empeños se aprobó como Artículo 8º lo siguiente:
“El Congreso acuerda dirigirse a las autoridades pertinentes para que “se prohíba mediante inclusión en el Código Penal, la falsificación de monedas fuera de curso legal de cualquier país y época, así como su comercialización”. Esta petición redactada en la forma que estime pertinente la Comisión de Codificación de las Cortes Españolas, irá acompañada de un memorándum con las motivaciones oportunas, así como la aclaración de todos los términos técnicos relacionados con la Moción, autorizando a la Presidencia del Congreso para hacer su redacción definitiva en vista de las informaciones que le sean remitidas por los señores congresistas.” (Ver
http://www.fnmt.es/index.php?cha=collector&scha=14&page=224&spage=129)
Diez años después, en 1982, era Jesús Vico Monteoliva quien, al frente de la Asociación Española de Numismáticos Profesionales, intentó gestionar con las autoridades gubernamentales de esa época la fijación de un párrafo alusivo a las falsificaciones monetarias de “moneda legal que hubiera circulado” en el articulado del Código Penal que estaba en proceso de reforma.
Desde entonces han sido varios los intentos, siempre infructuosos, para que bien el Gobierno de España, bien la CEE y luego la Unión Europea, fijara parámetros legislativos sobre las falsificaciones de moneda que, habiendo dejado de tener poder liberatorio y ser de curso legal, acumula siglos o simplemente lustros de historia en sus anversos y reversos.
En la actualidad, las nuevas tecnologías han reforzado desgraciadamente la proliferación de falsarios y falsificaciones a través de los accesos sin fronteras que Internet pone a su disposición. Pero es también la Red el medio más eficaz para luchar contra esa lacra desde diferentes ámbitos y maneras.
Ha sido éste el medio idóneo elegido por una de las webs y foros más activos del panorama numismático español, www.denarios.org, y después www.imperio-numismatico.com, a través del cual ha iniciado una campaña bajo el lema ¡No a las falsificaciones. Hazle frente! con la redacción de un documento dirigido a todos los numismáticos, solicitando su adhesión “…a la petición de elaboración de una legislación que persiga la falsificación del patrimonio histórico e importación de bienes que buscaren imitar a estos induciendo a engaño.”
(Ver documento Imperio-Numismático:
http://www.imperio-numismatico.com/h61-todos-contra-las-falsificaciones)
Argentum Digital Ediciones, editora de Numismático Digital, se suma también a esta campaña y lo hace con la publicación de este “Informe Actualidad” en el que participan responsables de diversos sectores que componen la Numismática Española y expresan su opinión al respecto.

Asociación Numismática Española ANE
Nuestra posición en la problemática de las reproducciones de monedas siempre será la misma. En defensa del consumidor en general y del coleccionismo en particular, creemos que no debería permitirse la copia de cualquier tipo de moneda coleccionable, pero para que esto sea realidad debe modificarse la ley.
Toda reproducción debería realizarse en metal y tamaño diferente y llevar una marca inequívoca de que es una copia.
No obstante, si se acude a miembros del A.E.N.P. siempre se tendrá la seguridad de estar cubierto contra cualquier intento de engaño.
Josep Pellicer i Bru, presidente de ANE 
Asociación Española de Numismáticos Profesionales AENP
Hace unos días leía la biografía de uno de los galeristas más importantes del siglo XX, cuyo nombre no viene al caso. Decía algo extraordinariamente importante: la alteza del verdadero profesional se mide al enfrentarse a un objeto que resulta ser falso. A la sombra de todo comercio serio de colección aparecen una serie de individuos que pretenden servirse de nuestro más preciado bien, el Coleccionista. Éste, cuando nos compra a los comerciantes un bien, deposita una compra toda su confianza en nuestro ojo y conocimiento y el comerciante debe corresponderle.
Precisamente es la Asociación Española de Numismáticos Profesionales (AENP) la que acoge a los comerciantes que afrontan este tipo de aconteceres con la alteza necesaria. No olvidemos que uno de los fines de la AENP es el de “Proteger y fomentar el coleccionismo numismático, considerándolo como el principal motor del comercio que motiva la Asociación”; nada asegura más esa protección del coleccionismo que el garantizar al Coleccionista que compra una moneda, billete o medalla auténticos.
Adolfo Cayón, presidente de la Asociación Española de Numismáticos Profesionales AENP
Jesús Vico Monteoliva, Madrid
Algunas consideraciones legales sobre la falsificación de moneda En la falsificación de moneda, hay que diferenciar dos tipos:
- La moneda que se falsifica, estando en curso legal, para usarla como medio de pago.
- La moneda que se falsifica para introducirla fraudulentamente en el mercado numismático como auténtica.
El artículo 283 de nuestro Código Penal, castiga con la pena de prisión menor, la fabricación de moneda falsa y la cercenación o alteración de moneda legítima. Se considera moneda a efectos del Código Penal (art. 284), el papel moneda, los billetes de Estado y de banco, la moneda metálica y los demás signos de valor que tengan curso legal, emitidos por el Estado, tanto español como los extranjeros. Por lo tanto, la ley excluye penalización para la falsificación de moneda que ya no tiene curso legal, es decir, la moneda antigua.
Por ello y al no encontrarse tipificada en el Código Penal la fabricación o alteración de monedas que en otro tiempo pudieron tener curso legal, las leyes españolas no consideran esta conducta, en principio, delictiva, a no ser que lleve emparejado un engaño o defraudación, en el sentido de querer aparentar su autenticidad, lo que convertiría automáticamente dicha conducta en un delito de estafa.
Las falsificaciones de monedas que se efectúan en la actualidad, se realizan con la intención de aparentar autenticidad, a fin de conseguir en el mercado un valor comercial más alto.
Esta actividad, entra de lleno en el campo de las estafas, ya que como recoge el art. 528 del Código Penal, “cometen estafa los que con ánimo de lucro, utilizan un acto de disposición en perjuicio de sí mismo o de tercero”.
En el delito de estafa, es necesario que exista dolo, es decir, que el sujeto activo tiene que ser consciente de la falsedad de la moneda y ocultarlo, ya que la buena fe o la advertencia de la no autenticidad, excluye la estafa.
En resumen, las leyes españolas no castigan la falsificación, pero si la venta fraudulenta de una pieza falsa como si fuese auténtica.
Varios han sido los intentos de que se penalice el hecho en si de la falsificación, pero todos ellos infructuosos, comenzando con la petición que se hizo a raíz del I Congreso Nacional de Numismática celebrado en Zaragoza en 1972 y continuando con las peticiones hechas desde la A.E.N.P. en las que he intervenido personalmente, sin ningún éxito, en 1982 con los redactores de la reforma del Código Penal, en 1991 con los escritos presentados en el Ministerio de Justicia y en 1996 con la propuesta que presentamos en el Congreso de los Diputados, en la que pedíamos que en el artículo 284 antes citado, donde se castiga la fabricación de moneda que tenga curso legal, se añadiese simplemente, “o lo haya tenido”.
Me parece magnífico este movimiento que ha surgido en los foros numismáticos contra las falsificaciones. Tiene todo nuestro apoyo y esperamos que tengan el éxito que otros no hemos tenido.
Jesús Vico Monteoliva
Casa de Subastas Áureo&Calicó, Barcelona
La falsificación de moneda, para hacerla circular o para confundir al coleccionista, ha existido siempre. En ambos casos se trata de una estafa, pero no representa un fenómeno nuevo en la numismática. Tampoco es nuevo el hecho evidente de que la técnica evoluciona, tanto en provecho de los falsarios como de los que debemos detectar sus espurias producciones.
Lo que ha cambiado en los últimos años es el sistema de distribución. La comercialización masiva por vías impersonales, básicamente internet, permite que sea rentable falsificar piezas de escaso valor; ejemplares por los que raramente alguien examinará sus archivos fotográficos y, menos aún, buscará la procedencia o el historial.
En estas circunstancias, entendemos que las “réplicas”, si pretenden diferenciarse de las falsificaciones fraudulentas, deberían ser fácilmente distinguibles de los originales a los que imitan, con marcas indelebles que no tienen por qué perjudicar el valor didáctico de la reproducción. No bastan señales secretas como algunas que aparecen en trabajos del Siglo XX (puntitos en el campo, trazos que unen dos o más letras en la leyenda, etc.), que pasaban desapercibidas al comprador poco experto. Una pequeña firma como las de los grabadores en muchas monedas o medallas, o cualquier otro sistema que advierta claramente al coleccionista de buena fe de la verdadera naturaleza del producto que está adquiriendo, nos parece lo más indicado.
Apreciamos un vacío legal respecto a prácticas de evidente mala fe por parte de fabricantes y distribuidores de monedas falsificadas, objetos de arqueología y piezas de arte. De nuestra capacidad para zanjar este problema depende no sólo la razón de existir de las colecciones privadas y públicas, el sentido de los gabinetes y museos, sino la fiabilidad científica de la propia numismática como auxiliar de la historia.
Eduard Domingo i Coll, Áureo&Calicó 
“El Eco Filatélico y Numismático”
Ante las noticias sobre la reciente situación relacionada con la falsificación de monedas a través de subastas públicas, “El Eco Filatélico y Numismático” quiere colaborar en la denuncia de estas prácticas que tanto dañan a la imagen de esta noble profesión.
En nuestro próximo número, a fin de dar mayor difusión a estos casos, publicaremos una nota alertando sobre este desagradable asunto.
Asimismo, animamos a que se denuncie cualquier intento de práctica fraudulenta, y lo hacemos ofreciendo espacio en nuestras páginas de “El Eco” para dar difusión a cualquier denuncia general o concreta que se produzca.
Isabel Bengoechea, director-gerente “El Eco Filatélico y Numismático”
Blog numismatico.wordpress.com
Personalmente me preocupa el tema de la falsificación de monedas y bienes arqueológicos. Es un tema que está haciendo mucho daño al coleccionismo y que puede tener un impacto enorme en los estudios históricos que se realicen a largo plazo porque quizá sea técnicamente imposible diferenciar una moneda auténtica de la que no lo es.
En los últimos años se ha producido un abaratamiento enorme de la tecnología requerida para la reproducción de bienes históricos y la tendencia es que se continúe en la misma línea. Hoy en día cualquiera que se lo proponga puede montar en su casa un laboratorio para copiar monedas que podrían engañar hasta a los profesionales más experimentados. Si además hacerlo es legal, entonces estamos perdidos.
En mi opinión es totalmente necesario prohibir de raíz la reproducción, la importación y el comercio de bienes históricos y artísticos. Puede parecer muy drástico, pero una prohibición tajante es un ingrediente sin el cual no se podrá solucionar el problema, puesto que hoy en día es muy difícil demostrar dolo en una estafa en la que se venda una reproducción como auténtica. Evidentemente, esta prohibición no eliminaría el problema, pero al menos se contaría con un marco legal que permita denunciar a los falsificadores y a los estafadores.
Por otra parte, creo que es totalmente necesario crear una organización que cuente con los conocimientos y la tecnología suficientes como para autenticar monedas y hacer pública la trazabilidad de las mismas (por qué manos ha pasado). Seguramente una organización de ese estilo ayude a solventar en buena parte el problema. Hasta entonces a los aficionados sólo nos queda una opción: hacernos expertos de las monedas que coleccionemos y sólo comprarlas cuando las conozcamos de tal forma que podamos autenticar por nuestra cuenta su autenticidad.
Adolfo Ruiz, Blog numismatico.wordpress.com