ND© La Münze Österreich (Casa de la Moneda de Austria, Ceca de Viena) ha acuñado una moneda de oro, que sera emitida el próximo 9 de noviembre, la cuarta de la Serie “Coronas de la Casa de Habsburgo”. En esta ocasion ha sido dedicada a la corona de San Venceslao, conocida como la “misteriosa corona de Bohemia”. (Leer +)
La nueva moneda de oro de 100 euros ha sido acuñada en la calidad proof, con una tirade máxima de 30.000 piezas. La moneda tiene un diámetro de 30 mm., y pesa 16 gr. de oro de.986 milésimas. El grabador Herbert Waehner ha realizado anverso y reverso de la moneda.
El anverso de la moneda representa la fantástica corona de oro fantástico, que descansa sobre un cojín cubierto con un paño de seda bordado, copia del mismo patrón de la capa de Bohemia con las armas y su león heráldico. El país emisor “Republik Österreich” (República de Austria), el valor nominal de “100 euros,” y la palabra “Wenzelskrone” (corona de San Venceslao), completan las ilustraciones. Un anillo de pequeñas perlas circunda a lo largo del borde exterior de la moneda.

El reverso representa la imagen de Rudolf II, ricamente vestido con bordados típicos de la época del Renacimiento. Tres estatuas, de las 30 que existen, a lo largo de ambos lados del histórico Puente de Carlos se observan en el campo central del diseño. El Puente de Carlos, que existe desde el 1360, fue el más importante cruce sobre el río Vltava, cuyas las olas llegan hasta la parte inferior derecha de la imagen de Rudolf. En la parte de fondo de la vieja ciudad de Praga se detallan el castillo, Hradschin, y las torres de la catedral de San Vito, donde se guarda la corona de San Venceslao

La Corona de San Venceslao es la pieza más destacada de las joyas de la desaparecida Corona de Bohemia (también conocidas como Tesoro Checo) y fue realizada en 1347. El undécimo rey de Bohemia, Carlos IV que fue miembro de la Casa de Luxemburgo y Sacro Emperador Romano, ordenó la elaboración de esta corona para la ceremonia de su coronación y se la dedicó al santo-patrón checo, San Venceslao. Este monarca legó esta joya como una corona de Estado para que fuesen coronados con ella sus sucesores en el trono de Bohemia. Carlos IV ordenó que la Corona Real de Bohemia permaneciera de forma permanente en la Catedral de San Vito, en Praga. La última ceremonia de coronación de un monarca de Bohemia fue la de Fernando V (Fernando I como emperador de Austria) que tuvo lugar en 1836. Con esta corona fueron coronados veintidós monarcas checos desde el siglo XIV.

El diseño de la Corona de San Venceslao es semejante a la anterior, que utilizaron los monarcas de la Dinastía de los Přemyslidas. Consiste en un círculo decorado en su parte superior con cuatro florones de gran tamaño con forma de lirios (un elemento de la heráldica de los reyes de Francia). La corona está cerrada con cuatro diademas decoradas con gemas y rematadas con una cruz de oro adornada con un camafeo de zafiro y otras piedras preciosas. Conforme a la tradición, el interior de la cruz contiene una supuesta espina de la corona de Cristo.
Esta corona está realizada con oro de extrema pureza, de veintidós a veintitrés quilates (del 88 al 92 %), y decorada con piedras preciosas y perlas. Cuenta con un total de diecinueve zafiros, 44 espinelas, un rubí, treinta esmeraldas y veinte perlas. Algunas de estas gemas son las de mayor tamaño en el mundo.
Existe una leyenda que afirma si la Corona de San Venceslao es colocada sobre la cabeza de una persona que no posee legitimidad para ser rey, ésta morirá en el plazo de un año. En 1941 Reinhard Heydrich, gobernador nazi del Protectorado de Bohemia y Moravia, visitó la Catedral de San Vito para ver el Tesoro Checo. Se ha afirmado que durante esta visita Heydrich se colocó la Corona de San Venceslao en su cabeza. Aproximadamente un año después, el 4 de julio de 1942, Heydrich murió como consecuencia de un atentado pero no se ha localizado ninguna prueba de que realmente llegara a ceñirse la corona.
Las joyas de la Corona de Bohemia están custodiadas en la Capilla de San Venceslao de la Catedral de San Vito. En la esquina Suroeste de la capilla mencionada existe una puerta metálica de pequeño tamaño que da acceso a la cámara de la corona. Esta puerta metálica cuenta con siete cerraduras, conforme a la tradición para abrirlas deben estar presentes los siete poseedores de sus llaves, miembros de la Iglesia y el Estado checo. Actualmente los poseedores de las siete llaves son: el presidente de la República, el primer ministro, el arzobispo de Praga, los presidentes del Senado y de la Cámara de los Diputados, el alcalde mayor de la ciudad de Praga y el preboste del Capítulo Metropolitano de San Vito. Esta tradición se inició en 1791, después de que el rey Leopoldo II devolviese las joyas a Praga ya que previamente habían sido trasladadas a Viena por la Casa de Austria, la última dinastía reinante en Bohemia.

La imagen del reverso, perteneciente a Rodolfo II de Habsburgo (Viena, 18 de julio de 1552 – Praga, 20 de enero de 1612), archiduque de Austria, (como Rodolfo), rey de Hungría (1572-1608) y de Bohemia (1575-1611) y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (1576-1612), representa a todo un personaje singular de la historia de los siglos XVI y XVII.

Hijo y sucesor del emperador Maximiliano II y de María de Austria y Portugal, hija del emperador Carlos V, fue de carácter débil, enfermizo y excéntrico. Residió en el Castillo de Praga desde 1583 hasta su muerte en 1612. Pasaba de la apatía a la melancolía sin motivo alguno y fue muy aficionado a la alquimia, ciencia que conoció a la edad de once años en la corte de Madrid, donde se educó junto a su tío el rey Felipe II. También le interesaban la astrología, la magia y los juguetes mecánicos, especialmente autómatas, relojes y máquinas de “movimiento perpetuo”, probablemente influido por su contacto con el ingeniero e inventor italiano Juanelo Turriano durante su estancia en la corte española de su abuelo Carlos V, persona que sería reemplazada en su corte por el artista italiano Arcimboldo.
Durante su reinado Praga hospedó a casi todos los destacados alquimistas de la época y en la Academia Alquimista Praguense (a la que perteneció Simón Bakalar Hajeck, su hijo Taddeus Hajeck y otros alquimistas menos conocidos como Tepenecz o Baresch) se mezclaba la vieja sabiduría y conocimientos medievales con las nacientes ciencias naturales. Rodolfo II fue famoso por la inmensa colección de manuscritos y libros raros de magia, alquimia, misticismo y otras rarezas que tanto le gustaban, algunos de ellos del propio Roger Bacon, aunque sin despreciar los de ciencias: fue uno de los primeros en recibir un ejemplar del Sidereus Nuncius de Galileo —abril de 1610—, que dejó hojear a su “matemático imperial” Kepler, y el primero en recibir la solución al anagrama en el cual Galileo comunicaba a todos su descubrimiento de los anillos de Saturno, aunque se sospecha que algunos ilustres alquimistas hayan compaginado la transmutación de metales en oro con misiones de espionaje.

Dedicado por completo a sus entretenimientos y raras excentricidades —como coleccionar monedas, piedras preciosas, gigantes y enanos con los cuales formó un regimiento de soldados— se dejó dominar por sus favoritos y por los demás miembros de su familia mientras las arcas del Tesoro se vaciaban peligrosamente.
Rodolfo coronado como rey de Hungría desde 1572, favoreció a una gran parte de la nobleza húngara en la lucha contra los otomanos, rodeandose de personalidades como el barón Ferenc Nádasdy y el barón Nicolás Pálffy, quienes en numerosas ocaciones condujeron exitosamente sus ejércitos recuperando incontables fortalezas húngaras de las manos de los turcos. Pálffy en particular resultó una figura muy cercana a Rodolfo, y fue considerado una de las mentes militares más valiosas de la historia húngara, siendo nombrado al final de su vida conde de Bratislava.
Tras la muerte de su padre Maximiliano II de Habsburgo en 1576 ascendió al puesto de emperador germánico, un año después de haber heredado la corona de Bohemia también. Teniendo dichos títulos continuó favoreciendo las guerras de los húngaros contra los turcos e intentó entonces extender definitivamente la influencia de los Habsburgo sobre el recientemente creado Principado de Transilvania, gobernado por la nobleza de Hungría. Luego de la firma del Tratado de Speyer entre Maximiliano II y el Príncipe Juan Segismundo Szapolyai de Transilvania en 1570, el reino húngaro estaba oficialmente dividido en tres partes. Una occidental bajo el control de los Habsburgo, quienes eran sus reyes, una central bajo control de los turcos, y una oriental en la forma del Principado transilvano de los húngaros. De esta manera, el objetivo era reunificar el reino, aunque por un lado la nobleza húngara deseaba hacerlo bajo la figura del Príncipe transilvano, los germánicos lo deseaban hacer bajo la figura de los Habsburgo. Precisamente, meses antes de la muerte de Maximiliano II de Hasburgo, el Príncipe de Transilvania, el conde húngaro Esteban I Báthory había sido coronado como rey de Polonia. Sin renunciar al título transilvano continuó gobernando desde Cracovia, dejando primero a su hermano y luego a su sobrino como regentes en Transilvania. Esta inestable situación alentó a los germánicos a querer apropiarse de Transilvania, lo cual resultó una empresa más dificil de lo que imaginarían.
Esto generó cada vez más conflictos entre las dos partes, que en efecto deseaban también expulsar a los turcos de Europa y así décadas más tarde Rodolfo II se vio forzado a enfrentar una crisis en el Principado de Transilvania, la cual, conjugada con los enfrentamientos con el imperio otomano, generó la llamada Guerra de los Quince Años (1591-1606). Dicha guerra estuvo dominada por una larga inestabilidad en el trono del Principado transilvano, al cual renunció cuatro veces el conde Segismundo Báthory, y la hostil presencia del general mercenario Giorgio Basta al servicio del rey húngaro Habsburgo. Finalmente, tras el conflicto surgió la figura del conde Esteban Bocskai.

De esta manera, durante su reinado los húngaros, inicialmente con el apoyo de los turcos, se sublevaron bajo la dirección del conde Bocskai, Príncipe de Transilvania. De esta forma se produjo la Guerra de Independencia de Esteban Bocskai (1604-1606), con la cual Bocskai pretendía obtener la independencia del reino húngaro de la corona de los Habsburgo. Sin embargo, la tensa situación para los húngaros entre las dos potencias, el Sacro Imperio y los otomanos, lo forzó a firmar un tratado de paz en otoño de 1606, donde Rodolfo continuaba reconociendo la independencia de Transilvania. En 1608 un consejo de familia, en vista de su ya desequilibrado raciocinio (tuvo problemas de salud mental y algunos de sus parientes intervinieron en asuntos del gobierno), le obligó a ceder Hungría, el Austria y Moravia a su hermano Matías de Habsburgo. Buscando el apoyo de los checos concedió (1609) la libertad religiosa a los nobles y las ciudades de Bohemia pero, a pesar de ello, su primo Leopoldo formó un ejército y ocupó parte de Praga (1611) tras lo cual tuvo que abandonar el país en mayo de ese año para fallecer en enero de 1612. Fue un gran mecenas de las artes, pues acogió en su corte a los pintores Arcimboldo y Bartholomeus Spranger y al grabador Aegidius Sadeler II, a quien encargó reproducir en grabado numerosos dibujos de Durero de su colección, muchos de los cuales se conservan en la Albertina de Viena. También protegió las ciencias tanto experimentales (astronomía, botánica o matemáticas) como especulativas (alquimia, astrología o magia): bajo su reinado fueron nombrados Matemáticos Imperiales el danés Tycho Brahe (quien instaló en el castillo de Benatek, cerca de Praga, su observatorio desde 1599 hasta su fallecimiento en 1601) y el alemán Johannes Kepler (1601-1612): este último publicaría las famosas tablas astronómicas “Tabulae Rudophinae” (Tablas Rudolfinas, 1627), basadas por completo en el trabajo observacional de Brahe y llamadas así en honor del emperador. Su reinado fue un preludio de la guerra religiosa conocida como Guerra de los Treinta Años.