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Buscadores de Tesoros (I)

Buscadores de Tesoros (I)

mi�rcoles 22 de octubre de 2014, 11:47h

Los �Cazatesoros�, bien sean individuos o entidades, est�n rodeados de una cierta pol�mica social y estatal, al menos en nuestro pa�s, que conforme a la Ley del Patrimonio Hist�rico, concretamente bajo la figura jur�dica de BIC (Bien de Inter�s Cultural) define como propiedad del Estado: �cualquier lugar o paraje natural donde existen bienes muebles o inmuebles hayan sido o no extra�dos, y tanto si se encuentran en la superficie, en el subsuelo o bajo las aguas territoriales espa�olas�.

Y sigue: �Igualmente, cualquier actividad arqueol�gica, sea extractiva o no, deber� ser autorizada por la administraci�n competente. La realizaci�n de prospecciones o excavaciones sin autorizaci�n est� calificada como infracci�n administrativa grave, y puede llegar a ser delito penal, si conlleva expolio�.

Resumiendo: est� prohibida cualquier actividad relacionada con la extracci�n de bienes arqueol�gicos, tanto terrestres como submarinos.

Cualquier cazatesoros est� incurriendo en delito por el hecho de extraer del suelo o del fondo marino cualquier objeto de inter�s arqueol�gico. En Espa�a, pues, no es posible dedicarse legalmente a esta actividad, de ah� que todos estos Buscadores de Tesoros sean �ilegales� y se les califique de expoliadores, furtivos, etc.

Las leyes est�n para cumplirse y as� ha de ser, pero la existencia de una ley no significa que se est� de acuerdo con ella porque estamos en un pa�s libre y podemos manifestar nuestra disconformidad con las disposiciones vigentes.

Debo aclarar que no estoy a favor de la libertad de acci�n en cuesti�n de expoliaci�n, m�s bien estoy a favor de leyes que permitan la doble funci�n de rescatar objetos tributando, o cediendo, o pagando al Estado; cualquier sistema cuyo resultado fuese el afloramiento de objetos enterrados o sumergidos para bien del p�blico, en general, que pudiera disfrutar del conocimiento de los hallazgos; para bien del Estado que recaudar�a dinero o recoger�a para su patrimonio o museos parte de lo rescatado; para bien de la econom�a que se beneficiar�a del movimiento mercantil consiguiente, de la creaci�n de empleo, etc. etc.

Un �ilegal� o �furtivo� con su detector en una playa.

Mirando a otros pa�ses, como los EE.UU., cuyas leyes permiten, con condiciones, la actividad del �rescate� o �salvamento� de objetos arqueol�gicos, vemos que, en general, sus leyes al respecto son bastante laxas (tambi�n dependiendo de en qu� Estado nos encontremos). Por ejemplo, en el Estado de Florida autorizan con cierta facilidad la actividad de �salvamento� env�an al lugar en cuesti�n a un funcionario que vigile los hallazgos y el Estado se queda con el 25% de lo recuperado o extra�do. De esta manera se consigue con bastante eficiencia que todo sea legal y se acaba (al menos en las grandes empresas) con el mercado negro de antig�edades. Claro que nadie puede evitar que no existan cazatesoros incontrolados, m�s o menos organizados que act�en fuera de la ley; o buscadores aficionados provistos de buscametales que act�an espor�dicamente.

En ciertas playas de la costa de Florida, all� por los a�os 60 y 70 del pasado siglo, cuando se supo que algunas empresas estaban rescatando, muy cerca de la costa, objetos de la Flota espa�ola naufragada en 1715, las playas se convirtieron en un hervidero de excursionistas provistos de herramientas para la b�squeda y captura de objetos, enseres, joyas o monedas. Se sab�a que tras el paso de huracanes las aguas someras afloraban a las playas restos de los naufragios. Algunos afortunados tuvieron bastante �xito.

Centr�ndonos en lo que a todos nos interesa: las monedas, entraremos de lleno en la actividad de salvamento de estas empresas y personas que hicieron historia con sus multimillonarios rescates. Vamos a contar la historia de los grandes Buscadores de Tesoros de la historia reciente, especialmente aquellos que se dedicaron al �salvamento� de los pecios de las naos espa�olas naufragadas. Casi todos los escritos referentes a estos �cazatesoros� aportan una visi�n rom�ntica del tema y del personaje, trat�ndoles como �Grandes Hombres� que destinaron su vida a la ardua b�squeda de tesoros y olvid�ndose de la importante rentabilidad que les aportaban sus hallazgos.

Sin duda el lugar donde se han rescatado m�s pecios espa�oles en los �ltimos a�os del pasado siglo es en el estado norteamericano de Florida. Este Estado, como ya hemos dicho anteriormente, se quedaba con el 25% de lo rescatado, el 75% restante se destinaba, en parte, a sufragar los gastos que ocasionaban las expediciones que estos buscadores soportaban, y lo restante era el beneficio que a la empresa buscadora le correspond�a. La remuneraci�n por el trabajo y la dedicaci�n de estos hombres es muy loable, pero hablando en cifras econ�micas obtenidas por la venta o subasta de los tesoros encontrados, es f�cil comprender, sin entrar en detalles cuantitativos, que las fortunas que se pod�an amasar eran inmensas, aun considerando la honradez de los descubridores y que todo fuese declarado.

Desmitifiquemos un poco el altruismo que se atribuye a estos personajes.

Mel Fisher, 1922-1998

Fue uno de los pioneros en la industria del buceo, un so�ador y un visionario, el descubridor del mayor tesoro desde que se abriera la tumba de Tutancam�n, el hombre que comparti� con el mundo la recompensa de las exploraciones del Nuevo Mundo por Espa�a.

Nacido en 1922 en Hobart, Indiana, Mel ley� �La Isla del Tesoro� de ni�o y probablemente fue lo que le despert� la fiebre por la b�squeda de tesoros. Mel, un inventor, siendo todav�a muy ni�o, recuerda que hizo su primer casco de buceo con un balde, un pedazo de manguera y una bomba de bicicleta.

Estudi� ingenier�a en la Universidad de Alabama, antes de unirse al ej�rcito durante la Segunda Guerra Mundial. Durante la guerra, viaj� por toda Francia y Alemania reparando todo aquello que hab�a sido bombardeado. Con todo este material a su alcance, mejoraron sus aptitudes de mec�nico y de inventor; debido a las necesidades de la guerra, empez� a fraguarse algo que m�s tarde pasar�a a ser su deporte: el submarinismo. El desarrollo del �Self Contained Underwater Breathing Apparatus� (Aparato Autocontrolado de Respiraci�n Submarina o SCUBA por sus siglas en ingl�s) permiti� que por primera vez fuera posible trabajar y divertirse en las profundidades marinas.

Mel Fisjer luciendo una cadena �rescatada�.

En 1950 se mud� a California, donde abri� el primer centro de buceo del Estado en un cobertizo de una granja. Era peque�o, pero era el �nico lugar en el que los buzos pod�an conseguir un equipo. Mel ofrec�a clases gratis de buceo a cualquiera que comprara el equipo.

Resuelto a desarrollar este deporte, modific� los equipos existentes de buceo y snorkel para hacerlos m�s f�ciles de usar. Y cuando lo consideraba necesario, inventaba un equipo �l mismo. Financi� sus actividades personales de buceo con la filmaci�n de las primeras pel�culas submarinas que mostraban las maravillas del mundo acu�tico y exhortaban a la gente a aprender a bucear. En 1953, decidi� vender el negocio y concentrarse en el mundo del buceo. Se fue a vivir, con su mujer y sus padres, a los Cayos de Florida, donde combinaron el negocio con el placer mientras filmaba una de sus pel�culas m�s conocidas, �The Other End of the Line�.

Fisher junto a un trofeo, un ca��n, en el muso que �l mismo fund�, el �Mel Fisher Maritime Museum�.

Trabajaron incesantemente, fabricaron uno de los primeros trajes de buceo, construyeron sus primeros arpones... El padre de Mel, Earl, se encargaba de hacer pesas de plomo, de llenar los tanques de aire y de reparar los equipos, mientras que su madre, Grace, ayudaba a administrar el negocio.

Los comienzos de Fisher, en b�squeda de oro o tesoros, no fueron en el mar, sino en los r�os. Desde 1849, California hab�a sido el Estado de la fiebre del oro y la b�squeda del metal precioso era un pasatiempo popular. A Mel, d�ndose cuenta de que el equipo SCUBA pod�a ofrecer mucho mejor acceso a los bancos de los r�os, se le ocurri� dar una peque�a conferencia sobre el tema. Su audiencia fue inmensa. Hab�a nacido un nuevo pasatiempo. A medida que crec�a su popularidad, las ventas del centro de buceo aumentaban y los Fisher disfrutaban ense�ando y buscando oro ellos mismos.

Procur� no dormirse nunca en los laureles, comenz� a bucear en restos de embarcaciones y pronto descubri� el placer del salvamento hist�rico (�arqueolog�a submarina?). Bucearon por todo el Caribe y Am�rica del Sur mientras filmaban pel�culas o simplemente exploraban.

Pronto los Fisher se interesaron m�s por bucear en lugares de gran inter�s natural o hist�rico. En el camino de regreso de una de sus expediciones de buceo en 1964, los Fisher conocieron, en Florida, a Kip Wagner, un buscador de tesoros de la zona.

A comienzo de los a�os 60, Wagner hab�a encontrado monedas de plata que el mar hab�a arrojado y esto fue lo que le motiv� para dedicarse a la �b�squeda de tesoros�. Wagner fund� una compa��a llamada �Real Eight� (Real 8) y consigui� concesiones del Estado para investigar en zonas prometedoras del lecho marino. Comenz� a buscar restos del tesoro de la Flota de 1715, flota que se hab�a hundido a lo largo de la costa entre la bah�a de Sebastian y Fort Pierce.

Kip Wagner, 1906-1970. Buscando tesoros con un r�stico buscametales.

Los Fisher se mudaron a Florida, porque se dieron cuenta de que era la manera de hacer realidad el sue�o de dedicarse a la �Caza de Tesoros� y a tiempo completo. Mel trajo consigo, desde California, un equipo de buceadores e ingenieros expertos, que estaban fascinados por la b�squeda de restos de naufragios. El grupo lo compon�an: Rupert Gates, Demosthenes �Mo� Molinar, Dick Williams, Walt Holzworth, Arnold McLean y Fay Field. Este grupo ostentaba el nombre de Universal Salvors (m�s adelante, se denominar�a �Treasure Salvors�). Universal Salvors y el equipo de Kip Wagner trabajaron conjuntamente en varios salvamentos.

Mientras trabajaban en un naufragio llamado �Colored Beach Site�, Mel y Universal Salvors descubrieron �una alfombra de miles de monedas de oro en el fondo del mar�. Este fue el primero de varios descubrimientos impresionantes conseguidos por el grupo. Estos hallazgos trajeron generaron una avalancha de �buscadores de tesoros� al lugar, lo que forz� al Estado de Florida, como ya se ha dicho, a promulgar una ley que rigiese los descubrimientos y la participaci�n del Estado en los tesoros encontrados en sus aguas. Los buscadores serios, tales como Mel Fisher y Kip Wagner, obtuvieron contratos del Estado para realizar operaciones de �salvamento de tesoros�.

Buceaban en los restos de la flota de 1715 todos los d�as

Todos los socios de �Treasure Salvors� aportaban sus distintas habilidades y pericias al proyecto. Fay Field, un ingeniero que hab�a desarrollado unos a�os antes su propio magnet�metro (buscametales) para localizar naufragios, se convirti� en el principal inventor del grupo y colabor� con Mel para perfeccionar los �buzones�, el s�nar de escaneo, los rastreadores del fondo submarino y otros equipos. Walt Holzworth era un coleccionista de monedas que no sab�a bucear cuando se uni� a los Fisher. En aquel entonces ten�a 55 a�os y tuvo que tomar clases de Mel. Mo Molinar era capit�n de barco y mec�nico de embarcaciones, los Fisher le conocieron en Panam� y se hab�a ido a trabajar para ellos a California. Dick Williams era un ingeniero muy vers�til. El soldador Arnold McLean ayud� a desarrollar detectores nuevos, mientras que Rupert Gates estaba especializado en mantener las cosas ordenadas y en calmar a los trabajadores cuando se frustraban.

En 1968, la compa��a hab�a recuperado gran parte de los tesoros de las naves que formaron la Flota de 1715 y estaban estudiando otras alternativas de b�squeda. Mel decidi� mudarse a un lugar de los Cayos de Florida m�s abundante en naufragios, para buscar los galeones de la �Flota del Tesoro de 1622� que se sab�a que se hab�a hundido en las aguas de los Cayos. Inicialmente los Fisher se mudaron a Isla Morada para dedicarse a la Flota de 1733, una investigaci�n que hab�a sido iniciada por otro buscador de tesoros famoso, Art McKee. Varios �buscatesoros� tambi�n viv�an all�, entre ellos Bob Weller, Bobby Klein, Craig Hamilton, Marty Meylach y Tom Gurr, pero hab�a cabida para todos y todos se llevaban bien. Un d�a de asueto alguien encontr� una copia de �The Treasure Diver�s Guide� de Potter, en la que se describ�a al gale�n �Nuestra Se�ora de Atocha� como uno de los naufragios m�s ricos que jam�s se hubiera perdido. No s�lo se hab�a perdido en los Cayos de Florida, sino que los autores espa�oles contempor�neos situaban el lugar en la punta de los cayos de Matecumbe. Como Isla Morada estaba al lado de Matecumbe, parec�a obvio que habr�a de ir tras este legendario tesoro.

Gale�n espa�ol. Siglo XVI, similar a los naufragados de la gran Flota de 1715.

Tesoro de Onzas de Lima encontrado por Moe Molinar y su equipo en 1988, acu�adas entre 1707 y 1714. Procedentes de la Flota de 1715. Foto amablemente cedida por www.1715fleetsociety.com/html/photo_gallery/photogalleries.html

Onzas de Lima y M�jico rescatadas de la Flota de 1715.

Se inici� la b�squeda. No era posible determinar un lugar exacto que se�alaban los archivos espa�oles, pero �stos s� mencionaban aguas profundas. Encontraron varios de los naufragios de 1733 y una variedad de objetos que iban desde columnarios (monedas) hasta trabucos de chispa y candelabros de plata, pero no encontraron el �Atocha�. En una iglesia metodista local conocieron a Eugene Lyon, quien result� que, no s�lo sab�a hablar espa�ol, sino que pod�a leer los �garabatos� inescrutables en los que gran parte de los documentos de los archivos espa�oles estaban escritos. A Eugene Lyon se dirig�a a Sevilla para tomar datos para su tesis doctoral, le ofrecieron 10.000 d�lares y una participaci�n en el tesoro de �Nuestra Se�ora de Atocha� si encontraba algo �til sobre el paradero de este gale�n hundido.

En los archivos descubri� que los �matecumbe� de esos tiempos se refer�an a todos los Cayos de Florida y que exist�a un relato de intentos espa�oles del salvamento de la flota de 1622, cerca de los Cayos del Marqu�s, las Marquesas actuales, cuarenta millas al oeste de Key West.

Durante los a�os 70 encontraron fragmentos de la flota de 1622, algunos de ellos espectaculares, otros ordinarios.

El fin de semana del D�a del Soldado Desconocido de 1985, uno de los equipos encontr� 13 lingotes de oro, 4 joyas con engastes de esmeraldas, una cadena de oro y numerosas monedas. �Era parte del tesoro del �Atocha� o era un hallazgo del �Margarita�?

D�as m�s tarde, una se�al del magnet�metro indic� un gran objeto en el lecho del mar. Dos buzos, Andy Matroci y Greg Wareham, bajaron a investigar. Los esperaba un arrecife que luc�a como el cristal. Los buzos subieron a recoger un detector de metales y volvieron a bajar. El detector de metal enloqueci�: era un arrecife de lingotes de plata. Andy subi� a la superficie y grit� hacia la embarcaci�n de salvamento, ��Es el fil�n principal! �Estamos sobre lingotes de plata!�.

La larga b�squeda hab�a concluido. Los lingotes de plata estaban api�ados como troncos de le�a. Monedas por todas partes... Hab�an encontrado 1.041 lingotes de plata y cajones con 3.000 monedas en cada uno.

La prensa mundial ten�a una primicia que muchos pensaron que nunca llegar�a.

Dos semanas m�s tarde, a medida que segu�an buscando en el lugar, encontraron 65 libras de oro en 77 lingotes, 7 discos de oro y 7 cadenas. Continuaron y encontraron numerosos objetos de oro y plata, adem�s de casi 3.000 esmeraldas colombianas.

Sacar la plata del mar era s�lo parte de la tarea que el fil�n principal conllevaba. Duncan y su equipo arqueol�gico comenzaron la importante tarea de registrar la evidencia de la informaci�n del fondo del mar, lo que completar�a los detalles que faltaban de la historia de la p�rdida del �Atocha�. Este proceso contin�a actualmente.

Lingotes y monedas rescatados de la nao �Nuestra se�ora de Atocha�. Gale�n que formaba parte de la Flota de Indias, hundido en 1622 frente a las costas de Florida. Rescatado el 20 de julio de 1985. Transportaba un cargamento importante de oro y plata, calculado en 400 millones de d�lares.

�La gente necesita s�mbolos y el �Atocha� es el tipo de s�mbolo de una gran aventura, una persistencia tremenda y un sue�o que se hizo realidad�, dijo el Dr. Eugene Lyon. �Tambi�n es un logro cultural tremendo que debemos a aquellas personas que fueron, persistieron y encontraron los restos de la embarcaci�n y los recuperaron�.

Dos a�os despu�s del descubrimiento del fil�n principal, los cuidadosos esfuerzos de recuperaci�n y preservaci�n han dado como resultado un cargamento impresionante, tanto en cuanto a objetos, como a tesoros. Las estimaciones del valor de lo rescatado en el naufragio van de 200 a 400 millones de d�lares. Entre los hallazgos se encontraban 127.000 monedas de plata; m�s de 900 lingotes de plata que pesaban 70 libras cada uno; m�s de 700 esmeraldas de alta calidad y aproximadamente 2.500 piedras preciosas; m�s de 250 libras de lingotes, discos, pedazos y cadenas de oro; y cientos de art�culos de joyer�a, plata, crucifijos y monedas de oro.

Desde principios de los a�os 60, el n�mero de onzas en la colecci�n del Museo de Florida ha aumentado con cada nuevo descubrimiento de modo que hacia 1999 m�s de 1.500 de estas monedas pasaron a manos del Estado. Nunca tantas monedas han estado acumuladas en un lugar donde pod�an ser investigadas, tranquilamente, por numism�ticos e historiadores. Podemos decir, con cierta garant�a, que aproximadamente tres cuartas partes de todas las monedas salvadas han sido distribuidas entre los muchos buscadores e inversionistas y que, en su momento, se han ido deshaciendo de ellas sistem�ticamente. Podemos tratar de adivinar la cantidad de onzas que fueron fundidas en lingotes, en 1981, cuando la especulaci�n forz� el precio del oro a casi 800 d�lares por onza.

(Continuar�)

Rafael Tauler Fesser

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