Y el proceso empezó. Diseñaron los billetes, los revisaron, hicieron pruebas, los mandaron a la imprenta y cuando estaban listos, los enviaron a la República Checa. Una vez allá les dio por volver a revisar el asunto y aquí es cuando yo me imagino a algún fulano en Praga abriendo los ojos mientras su mandíbula llegaba al piso y después gritaba: ¡Mierda!

Pues sí, había un pequeño error… pequeñito, nada grave. Resulta que los billetes de 200 coronas que habían llegado desde Canadá tenían una pequeña banda de seguridad de metal que debería decir “200 Kčs”… Y digo “debería” porque lo que en realidad decía la banda era “RÉPUBLIQUE DU ZAÏRE”. ¿Qué? Sí señores. La empresa era la misma que fabricaba los billetes para nuestro ya conocido amigo Mobutu Sese Seko en Zaire y se habían equivocado a la hora de insertar la banda de seguridad.
Conclusión: Unos billetes muy bonitos que deberían sentirse orgullosos de ser checos pero que en realidad querían ser africanos.
Mr. Mapache
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