El mito más conocido de la isla de Creta fue el del Minotauro. Existe discrepancia entre los autores sobre quién era Minos. Para unos fue el hijo de Zeus, pero la versión ateniense es distinta. La interpretación de Atenas parece más lógica y ha servido de base para la siguiente narración.

El torso del rey Minos.
El rey Minos, nieto del monarca del mismo nombre fundador de la civilización minoica, regresaba al hogar a bordo de la nave capitana de su flota cuando se desató una furiosa tempestad que amenazaba con hacer zozobrar la embarcación.
Recluido en su camarote, el soberano cretense invocó al dios del mar para que calmara los vientos y las olas prometiendo que le ofrecería en holocausto el primer animal que llegara a las costas de su reino procedente del mar.
La divinidad marina debió acoger de buen grado la petición porque la borrasca fue amainando hasta que las aguas quedaron en calma.
El rey de Creta llegó sano y salvo a su palacio y unos días más tarde, cuando sus criados le notificaron que un toro de pelo blanco había emergido del mar, supo que era el animal que debía sacrificar a Poseidón.
Sin embargo, al contemplar la hermosura del astado olvidó la promesa y lo incorporó a sus rebaños como semental.

Rebaños del rey Minos.
Poseidón, enfurecido por el comportamiento, decidió castigarlo duramente pidiendo a la diosa del amor y del erotismo que inspirara en la reina Parsifae una pasión incontrolable hacia el toro que la impulsara a entregarse a él hasta que quedar embarazada. La criatura que naciera sería un monstruo del que el rey se avergonzaría, sobre todo cuando se propagase la noticia por toda la Hélade.
Pocos días después, Parsifae se encontraba en un prado acompañada de una sierva y vio pacer al hermoso ejemplar. A partir de aquel día vivió obsesionada con el animal anhelando yacer con él y, como no se le ocurría ninguna fórmula para hacerlo discretamente, decidió recurrir a Dédalo, el famoso arquitecto ateniense que se hallaba refugiado en Creta tras ser desterrado por haber dado muerte a un familiar. Dédalo para satisfacer el deseo regio, construyó un armazón de madera con forma de bovino y lo cubrió con una piel de vaca impregnada con feromonas sexuales.
La reina se introducía a diario en la falsa ternera y el toro acudía a cubrirla hasta que quedó encinta dando a luz un bebé con cuerpo de niño y cabeza de vacuno, que fue conocido como el Minotauro.

Recreación del Minotauro.
Minos, avergonzado por el aspecto del que suponía hijo suyo, hizo diseñar a Dédalo una prisión sumamente complicada de la que nadie pudiera escapar. Una vez edificado el Laberinto encerró al engendro en él y con objeto de evitar que alguien pudiera conocer el secreto de la construcción, destruyó los planos y encarceló a su autor y a Ícaro, hijo y colaborador del arquitecto, en una torre de la que sólo era posible escapar volando.

Recreación del Laberinto.
Tras el parto, Afrodita hizo que la pasión de la reina se extinguiera y Poseidón provocó el enloquecimiento del toro logrando que se comportara de forma salvaje y arrojara fuego por sus fauces, cual si de un dragón se tratara, causando numerosos estragos en la isla hasta que Heracles lo capturó en el séptimo de los trabajos encomendados por su primo Euristeo. El Minotaro murió en su combate contra Teseo ayudado éste por Ariadna, hija de Minos.
El laberinto, con diversas formas, así como los principales personajes de la isla están muy presentes en el dibujo de los ejemplares monetarios.

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Bronce batido en Cnossos entre 400-350 a. C.
Anverso: Cabeza laureada de Apolo.
Reverso: Zeus sentado sobre el Laberinto, sosteniendo a Niké en su mano derecha extendida. El codo izquierdo descansando sobre un cetro y un monograma sobre la rodilla.

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Estátera de plata batida en Cnossos entre 330-300 a. C.
Anverso: KNΩ. Cabeza de la ninfa Britomartis (Dictina) coronada de rosas con los cabellos alzados y cayendo sobre la nuca, collar de perlas y pendientes.
Reverso: Cabeza del Minotauro en el centro del laberinto con borde de perlas.

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Estáter acuñado en Cnossos entre 350 y 200 a.C.
Anverso: Cabeza femenina (¿Parsifae?) con pendientes y collar.
Reverso: El laberinto.

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Tetradracma batido en Cnossos entre 200-67 a. C.
Anverso: Cabeza masculina (¿Zeus o Minos?) barbada con el pelo entrelazado en tenia.
Reverso: Las letras KNW-S-I-WN en torno al Laberinto.

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Estátera batida en Cnossos entre 330-300 a. C.
Anverso: Cabeza femenina (¿Ariadne o Pasifae?) con el pelo enrollado y pendientes.
Reverso: El Laberinto en forma de esvástica con cuatro lunas crecientes entre sus brazos y cinco esferillas en el centro.

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Dracma acuñado en Cnossos entre 330–300 a. C.
Anverso: Cabeza de Hera con collar, pendientes y estefano adornado con palmitas.
Reverso: Las letras KNWSI, el Laberinto en forma cuadrada con entrada por arriba y flanqueado por las letras A—P.
Desde tiempos muy remotos, Creta había adquirido fama como gran productora de trigo por lo que no resulta sorprendente el arraigado culto a Demeter, la olímpica diosa agraria.

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Estátera batida en Cnossos entre 360-320 a. C.
Anverso: Cabeza de Deméter con diadema de espigas de trigo, pendiente y collar. Las letras KN debajo.
Reverso: Laberinto cruciforme con cuatro esferillas en el centro y círculos incusos entre los brazos de la esvástica.
Próxima entrega: Eubea “la de los buenos bueyes”
Bibliografía: Diccionario de la mitología griega y romana. Joël Schmidt. Larouse.
José A. Jiménez Peris
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