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Venezuela se inunda de billetes de 100 y 50 bolívares

Venezuela se inunda de billetes de 100 y 50 bolívares
miércoles 16 de marzo de 2016, 03:15h

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ND© Que Venezuela está al borde del caos económico y social nadie lo duda a este lado del Atlántico y mucho menos al otro. Tanto el maravilloso país hispanoamericano, como en sus hermanos limítrofes, viven y asisten asombrados ante la inflación galopante que ha obligado a Nicolás Maduro y a su nuevo ministro de Economía Miguel Pérez Abad, que sustituyó el pasado mes de febrero al también nefasto ex ministro Luis Salas, a importar miles de millones de billetes de 100 y 50 bolívares impresos en cuatro países extranjeros.

Esta situación ha sido oportunamente recogida por Mario E. Demarchi, en el Boletín “El Reverso” número 38, febrero 2016, bajo el título "Venezuela: Impresión de billetes e inflación", que con la autorización de sus editores Centro Filatélico y Numismático San Francisco publicamos íntegramente a continuación.

“En los últimos meses, millones de kilos de “provisiones” llegaron en tres docenas de Boeing 747 desde varios países (Inglaterra, Canadá, Francia y Alemania) para dar alivio a la paralizada economía venezolana. Seguramente se creerá que esas “provisiones” podría tratarse de medicamentos, alimentos… nada más alejado de la realidad… se refiere a otra cosa -que a menudo escasea en dicho país- resultan ser billetes de la moneda de Venezuela: el bolívar.

Esos cargamentos fueron “parte” de una importación masiva de al menos 5.000 millones de billetes autorizada por el gobierno del presidente Nicolás Maduro en el segundo semestre de 2015, con la que se intentaba apuntalar la oferta de moneda que vale cada día menos…

Esto no es todo. En el mes de diciembre pasado, el Banco Central de Venezuela inició negociaciones secretas para encargar otros 10.000 millones de billetes, según aseguraron fuentes confidenciales bien informadas, lo cual duplicaría la cantidad de efectivo actualmente en circulación. El número es muy superior a los 8.000 millones de billetes que la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Central Europeo imprimen respectivamente cada año, con la “diferencia” de que dólares y euros se utilizan en casi todo el mundo.

Los economistas advierten que estas importaciones podrían agravar la crisis económica de Venezuela. La inyección de grandes cantidades de billetes podría “recalentar” la inflación, que el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima alcanzará el guarismo del 720% este año, la tasa más alta del mundo. Los datos del Banco Central muestran que en 2015 Venezuela más que duplicó su masa monetaria, una medida utilizada para medir el dinero en circulación en la economía, incluyendo los depósitos bancarios. Sostener que la emisión descontrolada de billetes, y, por ende, incrementar la masa monetaria circulante, no genera inflación… es totalmente una falacia.

La impresión de más bolívares debilita aún más la moneda. Recientemente, en el mercado “negro” o paralelo cruzó por primera vez el umbral psicológicamente importante de 1.000 unidades de bolívares por dólar. El país tiene varios “tipos de cambio”, incluyendo uno de 6,3 bolívares por cada unidad de la moneda estadounidense.

Los 30 millones de habitantes de Venezuela parecen no poder obtener efectivo lo suficientemente rápido, dice Steve H. Hanke, un experto en monedas en problemas, de la Universidad de Johns Hopkins. “La gente quiere efectivo porque quiere deshacerse de él tan rápido como sea posible, adquiriendo diversos bienes y servicios”, y ésta es una manera lógica de comportamiento de la población, ya que la alta inflación ocasiona que cada día que transcurre provoca que se puedan adquirir menos bienes y servicios con igual cantidad de moneda.

Aunque ha aumentado el uso de tarjetas de crédito y transferencias bancarias, los venezolanos deben llevar fajos de billetes debido a que muchos comerciantes tratan de evitar las tarifas (impuestos) por las transacciones. A modo de ejemplos: una cena en un buen restaurante puede costar un fajo de billetes del tamaño de un ladrillo; una arepa (tortilla) con queso se vende a casi 1.000 bolívares, la denominación más alta, cada uno de los cuales vale menos de 10 centavos de dólar.

Según los economistas, los rígidos controles de precios sólo han empeorado la situación y han generado un floreciente “mercado negro” para casi cualquier producto de consumo básico, desde neumáticos de autos a pañales de bebé, en el que el efectivo es la forma preferida de pago.

La compra de billetes le está costando al gobierno izquierdista, acuciado ya por la falta de dinero, cientos de millones de dólares, según las fuentes, que fueron informadas oficialmente de los acuerdos de Venezuela con los fabricantes de billetes.

El alto costo de la impresión de billetes constituye una carga especialmente pesada para Venezuela, que todavía sufre por la caída de los precios del petróleo y por 17 años de un dispendioso gobierno socialista, cuyos gastos y ayudas populares han dejado las arcas públicas en ruinas.

La mayoría de los países ha tercerizado la impresión de billetes a empresas privadas que ofrecen sofisticadas tecnologías contra la falsificación, como marcas de agua, filigranas y franjas, tiras o cintas de seguridad. En el caso de Venezuela, sin embargo, su motivación ha sido la urgencia y el gran volumen de sus necesidades de divisas.

Las imprentas que el Banco Central de Venezuela (BCV) posee en la ciudad industrial de Maracay no tienen suficiente papel de seguridad para imprimir más que una pequeña porción de los billetes del país, dijeron las fuentes. Las dificultades se derivan de la misma escasez de dólares que ha afectado a toda esta economía centralizada.

Esto significa que Venezuela tiene que comprar con bolívares en el exterior a cualquier precio. “Es plata fácil para muchas de estas compañías”, dijo una de las fuentes.

El enorme pedido de 10.000 millones de billetes no puede ser satisfecho por una sola imprenta, según las personas al tanto de los acuerdos, lo cual ha generado interés entre varias de las empresas de impresión más grandes del mundo; entre ellas se encuentran la británica De La Rue, Canadian Bank Note Co. de Canadá, la francesa Oberthur Fiduciaire y una filial de Giesecke & Devrient, con sede en Münich (Alemania), que imprimió -ésta última- el marco alemán de la República del Weimar durante la hiperinflación de la década de 1920, cuando la gente transportaba carretillas de billetes para comprar el pan. Más recientemente, Giesecke & Devrient fue la proveedora del papel de seguridad para Zimbabwue cuando este país sufrió una hiperinflación en el año 2008 en el que los precios se duplicaban a diario y se llegó a imprimir un billete de 1.000.000.000.

La empresa canadiense Canadian Bank Note Co. no dio respuesta ante el pedido de comentarios sobre el particular, en tanto que las otras se excusaron de hacer declaraciones.

Los expertos en divisas afirman que los retos logísticos de importar y guardar grandes cantidades de billetes, ponen de relieve una verdad innegable: Venezuela está gastando mucho más de lo que necesita porque el gobierno no ha impreso billetes de más alta denominación (el valor facial más alto es 100 bolívares); esto, dicen los analistas, es un reconocimiento implícito de hiperinflación por parte de un gobierno que púbicamente niega el problema.

“Los grandes billetes no causan inflación. Los grandes billetes son el resultado de la inflación”, señala Owen W. Linzmayer, un experto en monedas con sede en San Francisco (EE.UU.) y autor que cataloga las divisas del mundo. “Billetes de mayor denominación, en realidad pueden ahorrarle dinero al Banco Central, porque en lugar de tener que reemplazar 10 billetes deteriorados, sólo se necesitan cinco, o uno”, si se imprimen de 500 o 1.000.

Los últimos encargos del BCV han sido exclusivamente de billetes de 100 y 50 bolívares, porque los de 2; 5; 10 y 20 valen menos que el costo del papel en que están impresos, según las fuentes.

Maduro y sus aliados dicen que el aumento galopante de los precios al consumidor, es parte de una conspiración capitalista para desestabilizar su gobierno. A finales del mes de diciembre pasado, el presidente hizo cambiar una ley para darse a sí mismo control total sobre el Banco Central, despojando a esta institución de la supervisión de la Asamblea Nacional justo cuando sus oponentes políticos tomaban el control del poder legislativo por primera vez en 17 años.

“Para frenar la impresión excesiva, tenemos que cambiar esa ley y restaurar la autonomía del Banco Central”, dijo Elías Matta, un legislador opositor que se centra en las finanzas del Estado.

La “inundación” de dinero ha llevado a algunos sectores de la economía, como el inmobiliario y el automotor, a fijar sus precios en dólares, aunque lo hacen a “escondidas” debido a que es ilegal realizar transacciones en dicha moneda; incluso los secuestradores exigen rescates en dólares, manifiestan expertos en seguridad.

Dicen que para muestra sólo basta un “botón”: una fotocopia en color de un billete de 100 bolívares, cuesta más que este billete. En una imagen que se difundió en los medios sociales de comunicación, un comensal aparece sosteniendo una grasosa empanada con un billete de 2 bolívares, que es más barato que una servilleta.

Algunos cajeros automáticos limitaron los retiros a alrededor de 6.000 bolívares por día, menos de 6 dólares en el mercado no oficial; incluso entonces, las máquinas funcionan a menudo con poco efectivo, y en una señal de la “rapidez” con la que los bolívares recién impresos circulan en la economía, los números de serie de los billetes nuevos dispensados por los cajeros automáticos, están a menudo en orden secuencial. Lo que está claro es que hay poco respeto por el asediado bolívar, no importa la forma que adopten.

Expuesto este comentario, se pueden hacer varios comentarios y comparaciones: 1) Billete de mayor denominación facial: 100 bolívares (o pesos); 2) Emisión descontrolada: según el gobierno no genera inflación; 3) Pérdida de autonomía del Banco Central en la política monetaria; 4) Impresión de enormes cantidades de billetes de 100 bolívares (o pesos serie Eva Perón); 5) Aumento galopante de los precios al consumidor: conspiración capitalista para desestabilizar el gobierno; 6) Reticencia a imprimir billetes de mayor denominación (ocultamiento o negación de la inflación); 7) Caída en desuso de las monedas y billetes de baja denominación; y 8) Rígido control de precios.

Todas estas situaciones que se presentan en Venezuela, y la postura aplicada por nuestro pasado reciente gobierno, resulta ser pura coincidencia. (*): Recopilación de nota diario “La Nación” 4 de febrero de 2016 - pág. 17”.

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