En los catálogos de notafilia española están referenciados las obligaciones y bonos emitidos por el primer pretendiente carlista, Carlos V y el cuarto, Carlos VII pero no se contemplan posibles emisiones del sucesor del primero, Carlos VI ni del tercero, Juan III.
De Carlos VI, sí que se conoce una emisión de septiembre de 1852, emisión de la que yo di noticia en uno de mis artículos, y que dada su extrema rareza vuelvo a poner su imagen en este artículo.
Antes de comentar las características de esta nueva emisión de Juan III recordaremos, brevemente, el contexto histórico de estas emisiones.
El 10 de mayo de 1713 el rey Felipe V promulgó la “Ley de Sucesión Fundamental” según la cual las mujeres solamente podrían heredar el trono en el caso de no haber herederos varones en la linea principal de sucesión, los hijos, o en la lateral, hermanos o sobrinos, en contra de la antiquísima norma de Las Partidas, que sí permitía la sucesión de la mujer en ausencia de hijos varones en la linea directa. Esta ley de Felipe V se conoce, muy impropiamente, como Lex Sálica, aunque ésta fue rechazada por las Cortes ya que la verdadera ley sálica nunca permitía la sucesión real a las mujeres cualquiera que fuese la circunstancia hereditaria.
La ley de Felipe V fue derogada por Fernando VII con la Pragmática Sanción de 18 de marzo de 1830 para permitir que pudiese acceder al trono un descendiente suyo, ya que se había casado por cuarta vez, y en sus anteriores matrimonios no había tenido hijos, ante la posibilidad de que su posible futuro hijo fuese mujer, al estar embarazada su esposa Dña. María Cristina. Esta posibilidad se cumplió al nacer su hija Isabel.
Alegando que la Pragmática era ilegítima, al no haberse convocado Cortes para aceptarla, al morir Fernando VII en 1833, los partidarios de su hermano, Carlos María Isidro, le proclaman como rey de España, con el nombre de Carlos V, el 3 de Octubre, aprovechando el alzamiento de Talavera de la Reina, lo que originó la guerra civil que se conoce con el nombre de Primera Guerra Carlista.
Hay que hacer hincapié en que lo que subyacía en el conflicto más que un problema sucesorio fue un enfrentamiento entre liberales y tradicionalistas que se apoyaron, los primeros en Isabel II y los segundos en el pretendiente Carlos V.
Este conflicto dio origen a dos líneas reales, la actualmente reinante o borbónica y la denominada carlista, con una serie de enfrentamientos bélicos entre ellas en el periodo de 1833 a 1876.
En este periodo bélico se sucedieron cuatro pretendientes al trono de Isabel II, Carlos María Isidro, Carlos V (1833 – 1845); Carlos Luis, Carlos VI (1845 - 1860); Juan Carlos, Juan III (1860 – 1868); y Carlos María, Carlos VII (1868 – 1909).
Centrándonos en D. Juan de Borbón y Braganza hacemos un repaso de su biografía.
Nació en Aranjuez el 15 de mayo de 1822, hijo de D. Carlos María Isidro de Borbón y de Dña. María Francisca de Braganza, hija de Juan VI de Portugal. En 1833 pasó con su padre a Portugal y un año después a Inglaterra. Se casó en 1847 con María Beatriz de Austria-Este, hija de Francisco IV de Módena, por lo que vivió en esta ciudad hasta 1848 y después en Austria y Londres. En 1845 adoptó el título de Conde de Montizón, localidad jienense, antigua encomienda de su padre, título al que renunció, en 1868, a favor de su hijo.
A pesar de sus orígenes, fue de ideología liberal y por ello proclive al entendimiento con los isabelinos, lo que ocasionó que se separase de su mujer, de familia muy tradicional, y que los seguidores carlistas le tuvieran en poco aprecio. Su hermano, Carlos VI, tuvo que abdicar el 23 de Abril de 1860, al ser detenido en España, por lo cual fue nombrado rey por sus partidarios con el nombre de Juan III. Al ser liberado su hermano, éste quiso retomar el título real, lo que originó que hubiese, durante siete meses, dos pretendientes a la vez, hasta el fallecimiento de Carlos VI en enero de 1861.
Escudo de Juan III.
Ante las presiones de las corrientes más tradicionalistas del partido abdicó, en octubre de 1868, en su hijo, Carlos María, al que apoyó en la tercera guerra carlista.
En 1860, Méjico atravesó un periodo extremadamente convulso, por lo que se barajó volver al Plan de Iguala de 1821, en el que se proclamaba la independencia de Méjico y se proponía que fuese rey del nuevo estado un infante de España. Determinada prensa y algunos partidarios de retomar la idea, plantearon la posibilidad de que D. Juan Carlos asumiese el cargo, lo que rechazó de forma pública.
En agosto de 1883, a la muerte del nieto de Carlos X de Francia, le declaran como jefe de la casa de Borbón y pretendiente al trono de Francia y aunque nunca actuó como tal si asumió el título de Duque de Anjou.
Murió en Brighton, Inglaterra, el 21 de Noviembre de 1887.
Aunque parezca innecesario recordarlo, hay que explicitar que las guerras no se ganan con la ideología sino con dinero para, al menos, avituallar a los contendientes con armas y alimentos.
Los carlistas tuvieron tal falta de medios económicos y bélicos que sus voluntarios tenían que utilizar sus propias armas, y proveerse de vestido y calzado, y utilizar armas y equipamiento cogido al enemigo. Para financiarse tuvieron que solicitar créditos en el extranjero y emitir bonos que podían suscribirse por sus partidarios, voluntariamente o, en ocasiones, de forma coactiva, intentando para hacerlos más atractivos, además de ofrecer unos intereses, el que circulasen como papel moneda en las zonas en las que dominaban, al servir para pagar determinados impuestos.
Anverso y reverso del bono obligación emitido por valor de 5.000 pesos fuertes a nombre de Carlos VI, con fecha 30 de noviembre de 1850.
Se conocen, como hemos recordado al principio, gran cantidad de bonos y obligaciones de Carlos V y Carlos VII y un solo tipo de “Bono Real del Tesoro - Cinco Por Ciento Español” de Carlos VI. Parecía muy extraño que tres de los cuatro pretendientes hubiesen necesitado y emitido bonos para financiarse y no lo hubiese hecho Juan III. Ahora podemos mostrar un bono emitido por D. Juan, ejemplar, que, por el momento, consideramos como único conocido y con el aliciente de saber que fue verdaderamente comprado y los nombres del comprador y de los posibles colocadores.
Es un bono de 1.000 pesos, con un interés del 3%, a nombre del Príncipe de España, D. Juan de Borbón, emitido en Londres el 1 de Julio de 1861, numerado 101 y, como sus antecesores, reintegrable posteriormente a la proclamación definitiva como rey. Validado con un sello en seco con el escudo de D. Juan y la firma del comisario. Su tamaño es de 207 x 147 mm. y está impreso en papel de algodón del tipo de los billetes provinciales españoles.
Anverso bono de Juan III, Londres 1 de julio de 1861.
Impreso en negro con la composición y estilo de los billetes del Banco de Inglaterra: Escudo en el ángulo superior izquierdo, valor en el inferior izquierdo, firma de validación en el inferior derecho, doble numeración sobre la leyenda e idéntico tipo de letra; la única diferencia notable es la existencia del adorno vertical izquierdo.
Reverso del bono de Juan III.
La leyenda del anverso dice “Título al portador de Mil pesos fuertes de capital y tres por ciento de interés anual desde esta fecha garantizado conforme al decreto de 25 de Junio último, con la venta de los bienes del Real Patrimonio cuando el Príncipe D. Juan de Borbón sea proclamado Rey de los españoles. Londres 1 de Julio de 1861”.
Interesante la redacción. A pesar de haber muerto ya su hermano Carlos VI en enero de 1861 y, por consiguiente, estar proclamado como rey de España por sus partidarios y el bono estar fechado en julio del mismo año, no se titula en el mismo, tal como hacen los otros pretendientes, como rey de España sino como príncipe, lo que demuestra su talante integrador ya que aspira a ser “rey de los españoles”. No es de extrañar que durante el periodo de Juan III como jefe de la Casa Carlista no se reanudase la guerra civil.
Escudo real como sello en seco en el bono de Juan III.
El escudo que figura en el bono es coincidente con su deseo de no ser, al menos por el momento, considerado como rey de España ya que en él solo se contemplan las armas de Castilla y León y las de la casa de Braganza y no las del reino de España. Por otra parte, aunque mi conocimiento de la heráldica es más bien escaso, creo que la corona del escudo se corresponde con una de nobleza, ya que al no llevar bonete, no parece pertenecer a los tipos de corona de casa real.
En el anverso figura que son banqueros de Su Alteza el “The Unity Bank London”. Desconozco la razón exacta de esta mención, pero estimo que era por su condición de bróker colocador de la emisión o como señal de prestigio.
En el reverso figura una redacción prácticamente igual a la del anverso, redactada en inglés, francés y alemán, haciendo la equivalencia de los mil pesos a 210 Libras esterlinas, 5.250 Francos franceses, 2.450 Gulden neerlandeses o 1.400 Thaler prusianos.
Toma de razón con fecha 29 de noviembre de 1861.
Sello como pago de tasas.
Igualmente, en el reverso, figura la toma de razón de fecha 29 de noviembre de 1861, y un sello adherido como pago de tasas.
Junto con el título se halla una carta escrita, en inglés, con el siguiente párrafo: “Le recomendamos encarecidamente que lo guarde y tenga por seguro que algún día lo encontrará como la inversión más rentable que nunca haya hecho”.
Carta anexa al bono en la que se afirmaba que éste era una buena inversión.
Como vemos, y recordando casos como el de los bonos preferentes, las prácticas bancarias de colocación de títulos no han variado demasiado en los últimos 150 años: En este caso D. Juan nunca fue proclamado rey en España y el Unity Bank London quebró en 1862.
La casa subastadora indicaba que la carta está firmada por el bróker colocador. Tengo mis dudas al respecto ya que él, o los firmantes, Bernal, O´Doherty, es, también, el firmante de la toma de razón y, la toma de razón, es un acto que lleva aparejado la anotación en un libro de contabilidad pública que representa el reconocimiento de una deuda por parte del estado por lo que Mr. Bernal debería ser un representante o funcionario de D. Juan y no un empleado de la banca londinense. Además, la carta lleva el escudo de D. Juan III por lo que el remitente se identifica con el rey y no con el banco.
Es preciso recalcar que este bono fue puesto en circulación, mientras que de la mayoría de los bonos de Carlos V y Carlos VII no hay constancia de que hayan circulado, y de algunos de ellos ni siquiera se sabe con seguridad de si fueron impresos en la época en la que están fechados.