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Febrero2015, Edición 113    2 de abril de 2015

Elementos de seguridad en los billetes españoles (I)

Elementos de seguridad en los billetes españoles (I)

Por Ramón Cobo Huici

Una de las mayores preocupaciones de un emisor de billetes es evitar que éstos sean falsificados no solo por la incidencia económica que representa para la entidad y para el sistema económico sino, especialmente en el caso de emisores no estatales, por el descrédito y la desconfianza que supone hacia el emisor con el consiguiente rechazo a la aceptación y circulación de su billetaje.
Cuando el billete es emitido por el estado hay que considerar que la falsificación atenta contra la estructura económica y financiera del país ya que el billete es el instrumento que pone el estado para facilitar la vida económica, siendo, además, un hurto a los beneficios que el estado obtiene con la emisión de dinero aunque, también es verdad, que el perjuicio a la hacienda pública, no es excesivo a no ser que se trate de una falsificación masiva.

Otra consideración que hay que hacer es el perjuicio que representa el billete falso para los usuarios ya que el emisor no se responsabiliza del reembolso del billete falso por lo que una falsificación representa un robo al tenedor del billete. Hay que hacer la advertencia de que en determinados periodos, finales del siglo XIX y principios del XX, el Banco de España se responsabilizaba de las falsificaciones y reintegraba el importe del billete.

Por todo ello es muy importante la lucha contra las falsificaciones, comenzando por una legislación que penalice gravemente al falsificador pero que esencialmente se logra dotando a los billetes de las medidas de protección que impidan su reproducción lo que, dado los constantes avances tecnológicos, es cada vez mas difícil de conseguir y convierte en una auténtica y continua batalla la confrontación emisor y falsificador.

A pesar de todas las medidas adoptadas nunca se ha conseguido eliminar la lacra de la falsificación y cuando esta se ha hecho frecuente con una determinada emisión el único recurso posible ha sido la desmonetización del billete y la creación de un nuevo modelo.

Con la emisión de los primeros billetes españoles, los vales reales en siglo XVIII, ya se introdujeron las tres primeras medidas de seguridad, tan importantes e imprescindibles que se siguen utilizando en la actualidad, la calidad del papel, la impresión calcográfica y las marcas al agua, aunque a pesar de ello no se evitaron los fraudes.

Calidad del papel

En la confección de los billetes siempre se ha utilizado papeles de alta seguridad, es decir, papeles que son muy difíciles de fabricar en talleres no oficiales y de conseguir en el mercado. Los primitivos billetes ya utilizaban papel verjurado y cada vez se ha puesto más énfasis en la consecución de papeles de gran calidad.

El papel del billete debe reunir unas características físicas que garanticen una larga duración de uso del billete, lo que lleva aparejado que sea flexible, con gran resistencia a la tracción y a la abrasión, hasta el punto de que un papel de billete actual puede llegar a soportar fuerzas de tracción 60 veces superiores a un buen papel normal. Estas características físicas hacen que, al tacto, el papel de un billete auténtico sea muy diferente al de una falsificación, a no ser que el billete esté muy usado; esta es la razón para que los billetes falsos procuren introducirse con aspecto de muy usado.

Una característica muy definitoria de la calidad de un papel de billete es su “carteo”. Llamamos carteo al sonido cuasi metálico que hace un billete al ser agitado, sonido más brillante cuanto mejores son las características físicas del papel.

Desde hace muchas décadas el papel de los billetes está hecho con pasta de algodón puro y aditivos muy específicos para mejorar la resistencia. Recientemente, nunca se emplean blanqueadores como el cloro o los peróxidos, tipo agua oxigenada, ya que los papeles así tratados dan una luminosidad muy fuerte con luz ultravioleta, lo que puede utilizarse para la distinción de un billete falso de otro auténtico no demasiado gastado: el auténtico conservará su aspecto ante la lámpara UV.

Calcografía

Como ya hemos comentado en un artículo anterior el procedimiento calcográfico no insistiremos en su técnica. Si se debe señalar que la impresión calcográfica es, quizás, la medida anti falsificación más esencial de las empleadas en la fabricación de los billetes españoles.


El relieve que se produce en la impresión calcográfica es imposible de reproducir con un mínimo de calidad lo que hace que el billete auténtico sea inconfundible al tacto. El recurso que emplean los falsificadores para aproximarse a ese relieve es el de producir un estriado fino sobre la impresión que imita la calcografía y, especialmente, recurrir al aspecto muy usado del billete, ya que en este estado el auténtico también pierde el relieve, de ahí la necesidad de sustituir con relativa prontitud los billetes usados.

La falsificación recurriendo a una reproducción de la plancha es, todavía, más problemática ya que el grabado de la plancha requiere una habilidad que solo artistas de muchísima experiencia y calidad tienen, por lo que se hace inviable hallar uno que se preste al fraude.

Marcas al agua

Es una marca o figura que se efectúa en el papel durante el proceso de su fabricación y que puede verse por transparencia.

Las marcas al agua se efectúan con una tela metálica sobre la cual se encuentra un relieve con la figura que se desea marcar, tela que se coloca recubriendo el molde en el que se fabrica la banda de papel. Al echar la pasta en el molde, ésta se reparte con un grosor uniforme, exceptuando el dibujo de la filigrana, sobre cuyo relieve se aglutina menor cantidad de pasta, por lo que al secar, quedará el papel con más transparencia.


La auténtica marca al agua es infalsificable pues no se puede obtener un troquel idéntico al auténtico a partir del conocimiento de la marca y sin él no se pueden obtener todas las gamas de tonalidades.

Se obtiene también una marca parecida a la marca al agua, por presión del papel contra dos rodillos sobre uno de los cuales está grabada la imagen a reproducir. Este método es muy imperfecto pues aunque forma una imagen visible por transparencia, no adquiere los matices de una verdadera marca al agua. Es el sistema que se emplea en las falsificaciones.

A partir de la emisión de 1884 se reservó en la impresión del billete un círculo en blanco, la reserva, para que la marca al agua fuera más visible.

Los primeros billetes del Banco de San Fernando ya llevaban nuevas medidas de seguridad, además de las ya señaladas, pues desde el primer momento se produjeron falsificaciones, a pesar de las graves medidas punitivas que se legislaron contra los falsificadores, llevándolas al extremo de amenazar con la pena de muerte, castigo, por otra parte, con el que ya se amenazaba en los primeros billetes que se emitieron en China. Las medidas de seguridad que se adoptaron, fueron las siguientes:

Firmas y numeración manuales

Mas que una medida de seguridad de cara al reconocimiento del billete por el usuario, fue una medida de reconocimiento de autenticidad para el banco en el momento de reintegrar el valor del billete, así como para hacer factible el control del número de ejemplares puestos en circulación por parte de los funcionarios del gobierno. Como medidas anti falsificación era muy elemental ya que eran fácilmente reproducibles


Sellos en seco

Los billetes eran sellados con repetidos sellos en seco, difíciles de imitar pero no reconocibles por el usuario y solo evaluables por los empleados de la entidad en el momento de los reintegros por lo que su utilidad se limitaba a no penalizar la cuenta de resultados del banco pero si al usuario que perdía el dinero prometido en el valor del billete.

Corte manual de la matriz

Los billetes, hasta el año 1902, se imprimían con matriz, algunas emisiones con doble matriz, procediéndose a su entalonamiento, para el control de emisión. Para proceder a su posterior distribución el billete se separaba de la matriz por corte manual, lo que permitía, en el momento del reembolso, la confrontación del ejemplar y refrendar sin lugar a dudas su autenticidad. Por supuesto, esta medida era excelente para los intereses del banco pero dejaba en total indefensión al usuario, al que le resultaba totalmente inútil la medida ante la posibilidad de ser engañado.


Con la aparición de los bancos provinciales de emisión y la mayor posibilidad de falsificaciones ante la pluralidad de ejemplares, y sobre todo para evitar la desconfianza que suponía el empleo de papel moneda sabiendo que se podía no obtener el reintegro de su valor en el momento de la presentación en el banco, se adoptaron nuevas medidas para dificultar las falsificaciones.

Fondos litográficos y papeles coloreados

A mediados del siglo XIX el Banco de Isabel II ya emite sus “cédulas” con papeles de color según el valor del billete, y añade un nuevo elemento y es la impresión, en anverso y reverso, de una impresión litográfica muy sencilla consistente en una tinta con “reserva” (espacios sin tinta) blanca formando un dibujo de ornamentación. Esta técnica también es empleada en los billetes del Banco de San Fernando.


Esta medida nos puede parecer en la actualidad muy sencilla debido a las técnicas actuales de reproducción, fotograbado, fotocopiadoras, escáneres, pero en su momento suponían una dificultad muy importante para reproducir con fidelidad los ornamentos sobre una nueva piedra litográfica que sirviese para imprimir ejemplares falsos.

Algunos de los bancos provinciales de emisión, especialmente los de mayor capitalización como el Banco de Barcelona o el Banco de Bilbao encargaron la fabricación de sus billetes a entidades inglesas con técnicas de impresión mucho más sofisticadas, como Bradbury & Wilkinson, lo que les permitió la impresión de fondos litográficos complejos y con diversidad de colores.


Impresión en distintos colores

Los bancos provinciales que imprimieron sus billetes en el Reino Unido y el Banco de España a partir de 1856, en su primera emisión encargada a Saunders, imprimieron sus billetes al menos con tintas de tres colores, lo que suponía una dificultad añadida ya que obligaba a los falsificadores a la impresión de tres planchas diferentes lo que originaba desajustes notables y con ello diferencias de color fácilmente reconocibles.


Impresión fondos micrométricos

Al mismo tiempo que se presentaron los billetes policolores se comenzó la impresión de fondos micrométricos, es decir leyendas que, debido a su pequeñísimo tamaño eran muy difíciles de imprimir a no ser con máquinas litográficas de gran precisión y, sobre todo, requería una labor de grabado con máquinas especializadas de fácil control por los estados. Esta medida era de gran utilidad puesto que su reconocimiento era muy fácil por el público, hasta el punto de que es uno de los elementos de seguridad que se mantienen en la actualidad a pesar de la sofisticación de las máquinas fotocopiadoras ya que se requiere una gran definición para la reproducción nítida de la leyenda.

Hilo o banda de seguridad

El Banco de España en su emisión de diciembre de 1871 introdujo un nuevo elemento de seguridad en sus billetes. Consistía en un hilo de estambre, de distinto color para cada serie, incorporado a la pasta de papel de forma que quedase cercano al margen del billete. Al mismo tiempo se hacía una marca al agua, de forma que el hilo quedase sobre ella para que se viese con mayor nitidez.


El banco dio tal importancia a esta medida que en sus anuncios insistía en que se rechazase cualquier billete que no tuviese la hebra puesto que era parte integrante del billete. Esta medida de seguridad, debidamente puesta al día con la tecnología actual, se sigue utilizando al considerarse de fácil control por parte del usuario.
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