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Febrero2015, Edición 113    31 de marzo de 2015

�Deo et Cesari Fidelis Perpetuo�

“Deo et Cesari Fidelis Perpetuo”

Por Pedro Dami�n Cano Borrego

Tras ser legado a Carlos I por su t�a Margarita de Austria, el Franco Condado de Borgo�a se mantuvo unido a la Corona de Espa�a hasta ser cedido a Francia por la Paz de Nimega de 1674, tras una cruel y devastadora guerra de conquista. En su solar hubo dos cecas operativas, ubicadas en Dola �Dole-, la capital, y en la Ciudad Imperial de Besanz�n-Besan�on-, que batieron moneda a nombre de los sucesivos monarcas hispanos. (Leer+)

El Franco Condado era un pa�s de unos 15.000 kil�metros cuadrados, separado del Ducado franc�s de Borgo�a por el r�o Saona y lim�trofe con los cantones suizos, la Lorena y Alsacia. Formaba junto con el Charolais, enclavado en territorio franc�s, las posesiones m�s meridionales del C�rculo Borgo��n de los monarcas Habsburgo de Espa�a. Era jurisdiccionalmente independiente, con un Parlamento radicado en su capital, Dola, con dos C�maras y tres brazos que serv�an de Consejo de Estado y Corte Suprema. Gozaba asimismo de amplia autonom�a pol�tica y fiscal, de la libertad de fijar su contribuci�n, de la facultad de su autodefensa y de moneda propia.�

La ceca de Dola fue autorizada el 16 de septiembre de 1494 por Maximiliano de Austria, lo que fue ratificado por Felipe el Hermoso en 1500, que emiti� entre 1500 y 1506 como Conde de Borgo�a pistolas de oro y gros. Por un Edicto dado en Dola el 1 de diciembre de 1539 se prohibi� la aceptaci�n de los testones y su circulaci�n si no se adecuaban al peso de los testones del rey de siete dineros y doce granos, citando expresamente los gros testons de Friburgo, de Berna, de Suiza, de Si�n, de varios gobernantes de Mil�n y los de Portugal, lo que prueba el activo comercio de sus habitantes con sus vecinos, t�citamente aprobado por los monarcas.�

Carlos V emiti� en Dola moneda de plata en carolus o medios-gros, conocidos como piezas de diez blancos, en 1552 y 1553. En su anverso portan la leyenda +C:V:R:IMP: C:BVRGVNDIE: y la cabeza del emperador coronada a izquierda, y en su reverso la leyenda +M:C: BVRGVNDIE: y la fecha de emisi�n, el escudo del Franco Condado y bajo el mismo la letra de ceca �D�. Se acu�aron asimismo medios carolus o petit blanc con las mismas leyendas, su retrato coronado en anverso y cruz patada y las armas en reverso, entre los a�os 1537 y 1555.�

Se labraron tambi�n � blancos, con el escudo coronado del Franco Condado en anverso y cruz patada en el reverso, entre 1550 y 1555. En cobre se batieron niquets con una �K� coronada en anverso y un pedernal entrelazado con dos bastones en reverso, los primeros sin datar y los que portan el a�o de emisi�n acu�ados entre 1550 y 1555.

Felipe II restableci� en Dola la C�mara de Cuentas el 22 de agosto de 1562, que tuvo entre sus atribuciones el conocimiento de los asuntos referentes a la moneda junto con el Parlamento: la contabilidad, el pago de los oficiales, los abastos y el cobro del se�oreaje por cuenta del monarca. A diferencia de lo que sucedi� con las emisiones de la ceca de Besanz�n, las monedas batidas en Dola portan los bustos y los escudos de armas de los sucesivos monarcas Habsburgo, y se mantuvieron en general los tipos antes descritos.

Cuando los derechos de los obispos de Besanz�n sobre la acu�aci�n de moneda cesaron en 1534 Carlos V devolvi� estos derechos a la Comunidad por una Real Orden fechada en Toledo el 8 de mayo de ese a�o. El Parlamento recibi� la jurisdicci�n universal sobre estas emisiones. El agradecimiento de sus habitantes se expres� en la leyenda de la medalla estudiada por Babelon que sirve de t�tulo a este art�culo. En la norma citada se fijaban los tipos de la moneda, debiendo figurar en su anverso la efigie del soberano, de busto o de pie, y en su reverso las armas de la ciudad, un �guila entre dos columnas que seg�n la tradici�n representaban los restos del templo romano de Monte Caelius. El retrato de Carlos V es del mismo estilo que el de las monedas alemanas coet�neas, con barba recia y birrete estrecho.�

Estos tipos se mantuvieron entre los a�os 1537 a 1674, en todas las monedas batidas en esta ceca ubicada en la calle d�Arbal�te, sobre dobles ducados, florines, pistolas, daeldres, florines de plata, testones, carolus y niquets. La moneda de oro comenz� a batirse en 1541. Se acu�aron durante los reinados de los monarcas sucesivos, y durante el gobierno de la Archiduquesa Isabel se descubri� que una gran partida de moneda batida en esta ceca no estaba ajustada a su ley. Destaca por la gran cantidad de tipos la �poca de Felipe IV, y a nombre de su ilustre predecesor se acu�aron en tiempos de Carlos II las �ltimas monedas francontesas de esta dinast�a: las pistolas de oro de 1666 y 1673, los daeldres fechados en 1664 y en 1666 y los medios daeldres de 1667.�

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Retrato del obispo Jean Boyvin.

En la biblioteca de Besanz�n se conservaba, seg�n Plantet y Jeannez, un manuscrito del jurista Jean Boyvin fechado en 1639, y compuesto para su hijo Claude, g�n�ral des monnaies de Dola, con el t�tulo Trait� des Monnoyes et de la Practique et Fabrication d�ycelles, pour l�instruction d�un g�n�ral des Monnoyes, par messire Jen Boyvin chevalier. President au soverain Parlement de la Franche-Comt� de Bourgogne, importante obra para el estudio de la moneda francontesa.

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La ilustraci�n de Marc Mosnier representa a Jean Boyvin, resistiendo con las armas al sitio de Dola por las tropas de Luis XIV.

Numerosos historiadores, incluso franceses, afirman que es dif�cil encontrar un territorio que fuese m�s leal a los Austrias espa�oles que el Franco Condado, donde los miembros de todos sus grupos sociales se sent�an tan hispanos como los peninsulares. Sus naturales nutrieron los Tercios de Flandes bajo su ense�a, la cruz de San Andr�s, que pas� a ser la de la monarqu�a, y numerosos e importantes franconteses, como Granvela, Chifflet, Brun o el propio Boyvin alcanzaron las m�s altas instancias en la judicatura, la diplomacia o la pol�tica de la monarqu�a espa�ola.

La importancia estrat�gica del condado y del Charolais, al encontrarse a medio camino de los territorios de la monarqu�a de Mil�n y Flandes, era capital, si bien tras la Paz de Lyon de 1601, que lo aisl� de Ducado de Saboya, dej� de ser la principal ruta para el paso de tropas y caudales hacia Flandes, el Camino Espa�ol que desplaz� entre 1567 y 1620 a m�s de 123.000 hombres, al utilizarse el paso alpino de la Valtelina. A ello se uni� el pacto entre Espa�a y Francia sobre la neutralidad del territorio de 1 de diciembre de 1530, lo que hizo que se librase de la desolaci�n causada por los principales conflictos europeos entre Carlos V y Francisco I y los de comienzos del siglo XVII, hasta que la misma se rompi� durante la Guerra de los Treinta A�os en 1636.

En ese a�o se produjo una invasi�n francesa de 30.000 soldados al mando de Cond�, y en el a�o siguiente otra conjunta franco-sueca, de resultados desastrosos. Las tropas francesas, siguiendo �rdenes del cardenal Richelieu, actuaron con gran dureza y crueldad, saqueando, violando, enterrando vivos a los habitantes y quemando las cosechas para provocar el hambre en una poblaci�n que tom� parte activa en la defensa del territorio y qued� diezmada. Tras la firma del armisticio, se repobl� el Condado con naturales de Saboya, del pa�s de Bresse y de Auvernia.�

Fue tomada f�cilmente en 1668 por Luis XIV, y posteriormente en 1674 fue nuevamente ocupada tras seis meses de duros combates, conquista ratificada por la Paz de Nimega de 1678. En esta guerra cruel, en la que Francia esgrimi� para la anexi�n el argumento del destino manifiesto, el Franco Condado perdi� tras una resistencia heroica hasta la desesperaci�n dos tercios de su poblaci�n, y muchos franconteses abandonaron su pa�s para nunca volver.

Hasta el final de la Guerra de Sucesi�n sus habitantes esperaron la vuelta de sus reyes naturales, y la masa de la poblaci�n abraz� durante el conflicto la causa del Archiduque Carlos. Dicha esperanza se trunc� con la llegada al trono de Espa�a de un soberano de la Casa francesa de Borb�n. Como sucedi� igualmente en el Rosell�n y la Cerda�a, el territorio perdi� todas sus libertades y fue sometido al r�gimen com�n. Unos a�os despu�s, en 1684, Luis II de Cond�, aduciendo una deuda de 600.000 escudos de oro por servicios prestados a Felipe IV de Espa�a, consigui� del Parlamento de Par�s la extinci�n de esta deuda con la confiscaci�n y ocupaci�n del Condado de Charolais.

Bibliograf�a

BABELON, J., �Dos monedas de Carlos V y de Rodolfo II acu�adas en Besan�on�, Nvmisma, A�o II, n� 2, enero-marzo 1952.

BOYVIN, J, Trait� des Monnoyes et de la Practique et Fabrication d�ycelles, pour l�instruction d�un g�n�ral des Monnoyes, par messire Jen Boyvin chevalier. President au soverain Parlement de la Franche-Comt� de Bourgogne, 1639. Consultable en .

ECHEVARR�A BARCIGALUPE, M.A., Flandes y la Monarqu�a Hisp�nica, 1500-1713, Madrid, 1998.

PERNOT, F., La Franche-Comt� espagnole � travers les archives de Simancas, une autre historie des Franc-Comtois et de leurs relations avec l�Espagne, de 1493 a 1678, Presses universitaires de Franche-Comt�, 2003.

PLANTET, L. Y JEANNEZ, L., Essai sur les monnaies du Compt� de Bourgogne, Lons-le-Saunier, 1855.

POEY D�AVANT, F., Monnaies F�odales de France, Vol. III, Paris, 1862. �

TRUYOL Y SERRA, A., El Franco-Condado en la obra de Francisco El�as de Tejada, Versi�n ampliada de la Sesi�n Homenaje en la Real Academia de Ciencias Morales y pol�ticas, .

VICENTI, J.A., Cat�logo general de la moneda espa�ola, Imperio Espa�ol (Europa), Fernando II 1375 a Fernando I 1825, I� Ed., Madrid, 1976.�

�http://www.dole-monnaies-jetons.fr

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