
Afirma Patacsil que el trueque era la pr�ctica habitual en el comercio entre los nativos chamorros de las islas antes de la llegada de los espa�oles en el siglo XVI. A finales del siglo XVII y principios del XVIII la poblaci�n local era pagada normalmente en especie, usualmente con hojas de tabaco procedentes de Filipinas, que supon�an un salario diario de una d�cima parte de un real o la decimoctava parte de un peso fuerte. Por ello, seg�n Patacsil, un trabajador necesitaba trabajar de cuatro a seis meses para adquirir unos pantalones del material m�s barato, valorados entre seis y ocho reales.
La isla de Guaj�n, actualmente conocida como Guam, ten�a gran importancia estrat�gica para Espa�a, al ser el principal puerto de escala para el Gale�n de Manila, y prueba de ello es que en la misma se conservan cinco fuertes de la �poca hisp�nica, y un Camino Real que un�a San Ignacio de Aga�a con el puerto de Umatac. Tras el establecimiento de la primera misi�n en 1668 por Fray Diego Luis de San Vitores, fue habitual que la Nao de la China hiciese una parada en el puerto de Aga�a, para desembarcar a los religiosos y funcionarios de la administraci�n y el situado para el pago de los funcionarios, los soldados y estipendios para los misioneros. Dado que no hab�a tiendas en las Marianas durante estos primeros a�os, seg�n Patacsil los soldados normalmente utilizaban las monedas para apostar en el juego.
Poco despu�s del establecimiento de los espa�oles, en 1686, el gale�n �Santo Ni�o�parti� hacia las Marianas, donde dos naves piratasinglesas merodeaban a la espera de la llegada del gale�n �Santa Rosa� desde Acapulco. No pudo cumplir su misi�n de escoltar a esta �ltima nao, que se dirigi� directamente al puerto de Naga sin poder entregar los socorros que desesperadamente esperaban los colonos de las islas.

El 3 de junio de 1690 el gale�n �Nuestra Se�ora del Pilar de Zaragoza�, escolta del �Santo Ni�o�, que transportaban el situado de las Marianas, al Gobernador General Fausto Cruzat y G�ngora y a soldados y misioneros franciscanos de Nueva Espa�a a Filipinas, se hundi� en una colisi�n con arrecifes en las islas Cocos. Los trescientos pasajeros de la nao �Pilar� fueron rescatados, pero se estima que transportaba un mill�n y medio de monedas que se hundieron en el naufragio.
A comienzos del siglo XVIII el Gobierno Superior de Manila emiti� un documento recomendando la introducci�n de moneda en las Marianas, dado que la escasez de circulante era la causa de una serie de problemas que necesitaban soluciones. El vice provincial de las misiones de las islas, Gerardo Bowens, se preguntaba en 1706 en relaci�n a este documento c�mo se podr�an corregir las injusticias con la introducci�n de numerario, y estimaba que lo que habr�a que hacer era no compensarles con moneda, sino con art�culos como los bolos�machetes-, carajayes-planchas de hierro-, y otros bienes y ornamentos que pudieran ser utilizados por ellos.
La introducci�n de numerario en las islas no se produjo por ninguna disposici�n gubernamental, sino por el desarrollo econ�mico del archipi�lago y por la necesidad de medios de pago para su comercio exterior. Las primeras relaciones fueron con las Filipinas, con las personas de paso en el gale�n y porque el archipi�lago filipino era el lugar de aprovisionamiento de las Marianas.
A finales del siglo XVIII, del montante global de los situados encomendados a la masa com�n o erario de Nueva Espa�a de 3.011.664 pesos anuales, correspondi� a las Marianas en el a�o 1789 la suma de 20.137 pesos, y 25.223 pesos eran enviados a las Filipinas, si bien se fij� un situado para este �ltimo archipi�lago de 250.000 pesos. En 1817 se transfiri� el gobierno de las Marianas del Virreinato de M�xico a la Capitan�a General de Filipinas, y el situado se redujo a 8.000 pesos.

En las mismas, como en Filipinas, se comenzaron a utilizar resellos para las monedas emitidas por las nuevas rep�blicas hispanoamericanas a partir del 31 de octubre de 1828, con las letras �F.7� y, posteriormente, con �Y-II�. Estos resellos fueron m�s comunes en los reales de a ocho, y como afirma Patacsil, es muy habitual que los mismas porten asimismo resellos chinos. La �poca de esta moneda resellada coincide en las Marianas con un periodo de reforma econ�mica instituida por el gobernador Francisco Ram�n de Villalobos (1831-1837), que regul� los derechos a cobrar en los puertos a las naves en tr�nsito e inici� la producci�n de bienes para la exportaci�n, como el �ndigo, la tapioca, los tintes o las conchas de tortuga.

Entre los a�os 20 y 50 del siglo XIX numerosos barcos recalaban a menudo en Guaj�n, por lo que sus marineros introdujeron en la isla numerario de diversas procedencias. Cada uno de los treinta a sesenta buques pesqueros, normalmente estadounidenses o brit�nicos, que llegaban anualmente a la isla y paraban un mes o m�s en la misma para efectuar las necesarias reparaciones ten�an unos gastos de unos seiscientos pesos.
En 1837 se decret� el cese de la circulaci�n de la moneda resellada y la for�nea, lo que cre� seg�n Patacsil una gran incertidumbre al no haber uniformidad en el numerario circulante. Entre esta fecha y 1861 la moneda antigua procedente de las cecas de las Indias convivi� con las pesetas, los cuartos y los maraved�es. Los maraved�es eran monedas de cobre acu�adas en Espa�a, equivaliendo 34 de ellos a un real, los cuartos moneda de cobre fabricada en Filipinas por contratistas chinos, una suerte de moneda provincial que circulaba en Filipinas y la Micronesia espa�ola con un valor de cuatro cuartos por cada real.

Desde 1857 se estableci� la Casa de Moneda de Manila, que provey� a las islas de numerario de oro y plata. Por Orden de 1861 se orden� la retirada de la moneda arg�ntea hispanoamericana, y entre este a�o y 1868 se acu�aron pesos, dos pesos y cuatro pesos en oro con el busto de Isabel II. Una nueva emisi�n de moneda de cuatro pesos se produjo entre 1880 y 1885, con el busto de Alfonso XII.
En 1864 comenzaron las emisiones de moneda de plata en Filipinas, de diez, veinte y cincuenta c�ntimos de facial, con su valor reflejado en fracciones de peso. Al igual que hemos visto para las emisiones �ureas, hubo dos series coet�neas a las de la moneda de oro. Junto con la moneda batida en Manila, tambi�n circul� en las Marianas la moneda acu�ada en las cecas metropolitanas, y en 1876 se autoriz� asimismo la circulaci�n de los pesos mexicanos en paridad a los acu�ados en Manila. Estos �ltimos se convirtieron de facto en la moneda m�s com�n en circulaci�n en Filipinas y toda la Ocean�a espa�ola. Tambi�n llegaron a circular aunque por muy poco tiempo los pesos batidos en Madrid en 1897 con destino a las Filipinas.

Cuando en 1899 los norteamericanos tomaron posesi�n de los fondos gubernamentales espa�oles de Guaj�n, �stos estaban compuestos de moneda mexicana, espa�ola, filipina y de otras rep�blicas sudamericanas. Los norteamericanos introdujeron en la circulaci�n de la isla un mayor n�mero de pesos mexicanos. El 9 de febrero de 1899 el comandante Taussig emiti� una Orden que fij� las siguientes valoraciones de la moneda circulante:
- En moneda estadounidense, un d�lar equival�a a dos pesos mexicanos.
- La moneda espa�ola equival�a a la mexicana.
- Un peso chileno equival�a a 75 centavos de d�lar-
- Un sol peruano equival�a a 75 centavos mexicanos.
- Un peso colombiano equival�a a 90 centavos mexicanos.
En 1900 el peso mexicano o su equivalencia en moneda estadounidense se convirtieron en la moneda de curso legal, y no fue hasta el d�a 1 de julio de 1909 cuando la moneda estadounidense reemplaz� completamente a la filipina y mexicana en Guam.

Alemania ya en 1885 hab�a ocupado algunas islas en Palaos, lo que produjo un conflicto diplom�tico entre ambos estados en el que medi� el Papa Le�n XIII a favor de Espa�a. Las pretensiones germanas sobre la Micronesia espa�ola no cesaron, y se materializaron cuando el 12 de febrero de 1899 adquiri� a Espa�a las Marianas, las Carolinas y Palaos por 17 millones de marcos, o 25 millones de pesetas de la �poca.
Bibliograf�a
FONSECA, F. de y URRUTIA, C. de, Historia General de la Real Hacienda, por orden del virey Conde de Revillagigedo, T. I., M�xico, 1845.
MOORE, D.F., �Where is the gold? Silver and Copper Coins from two of Guam�s Historic Sites�, History of the Marianas, 2nd Marianas History Conference, August 30-32,2013, Mangilao, Guam, pp. 159-196.
PATACSIL, P.E., Coinage in Guam during the Spanish era, Chapel Hill, N.C.: Professional Press, 1998.
VARELA, C., �Microhistoria de un Gale�n: El Santo Ni�o y Nuestra Se�ora de Gu�a�, en Un oc�ano de seda y plata: el universo econ�mico del Gale�n de Manila, BERNAB�U ALBERT, S. y MART�NEZ SHAW, C. (ed), Sevilla, 2013.