El billete de 50 pesetas fue encargado el 30 de noviembre de 1902, en su anverso podemos ver un busto de Velázquez y en el reverso una de sus obras pictóricas: La Fragua de Vulcano, ambos grabados por Bartolomé Maura e impresos en calcografía, litografía y tipografía, con una tirada de 6.000.000. Como marca al agua vemos una cabeza de Minerva y su tamaño es de 144 x 92 mm. Se puso en circulación en octubre de 1904 y se retiró en 1907 cuando apareció el nuevo billete de 50 pesetas realizado por la casa Bradbury & Wilkinson.
Anverso y reverso del billete de 50 pesetas “Velázquez” de 1902. Fotos cortesía de Félix Cuquerella.
A finales del siglo XIX, el Banco de España vuelve hacerse cargo de las emisiones de los billetes manteniendo la temática de representar a personajes destacados de la cultura, la historia y la política del país, durante doce emisiones, hasta 1903, que se produce un cambio de imagen. Se mantiene el esquema de retrato del personaje en el anverso y una figura alegórica en el reverso. En el caso de los pintores la figura alegórica era desplazada hacia un lateral para reflejar una obra del artista.
Autorretrato de Diego Velázquez en “Las Meninas”. Wikipedia.
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez es uno de los pintores españoles más conocido, curiosamente por el apellido de su madre, costumbre usual en Andalucía. Nació en Sevilla en 1599 y hasta los veinticuatro estudió pintura en su ciudad natal. Transcurrido este tiempo Velázquez, se trasladó a Madrid con toda su familia y entró al servicio del rey hasta que falleció en 1660. Las obras que pintó en la Corte, pertenecían a las colecciones reales y se diseminaban por los muros del Alcázar, del Palacio de El Pardo, etc.; hasta que se trasladaron al Museo del Prado en el siglo XIX. Sin embargo, aquellas que corresponden a su etapa sevillana, están dispersas en colecciones extranjeras.
Fue pintor de cámara, funcionario de Palacio y encargado de las obras de arte del rey. Su primer maestro fue Francisco de Herrera y con once años ingresó en el estudio de Francisco Pacheco en Sevilla. Después de seis años aprobó el examen como maestro pintor de ymagineria y ólio, con licencia para practicar su arte en todo el reino. Pacheco le casó con su hija y de este matrimonio nacieron dos niñas. En sus obras más tempranas destacan los bodegones, escenas de cocina o taberna con personajes y objetos de naturaleza muerta; siguiendo así el naturalismo de Caravaggio y de Ribera.
En 1622 viaja a Madrid por primera vez, pero no sería hasta el año siguiente, cuando es llamado por el conde-duque de Olivares, cuando retrata al joven Felipe IV, que queda tan satisfecho con el trabajo del sevillano que le nombra pintor de cámara, estableciéndose en Madrid definitivamente. Cuando sus cargos administrativos lo permiten, pinta retratos de la familia real, de cortesanos y de distinguidos viajeros. Entró en contacto con la obra de Tiziano y entabló amistad con Rubens cuando acudió a Madrid para copiar cuadros del maestro veneciano; ambos pintores le influenciaron en sus posteriores piezas. No salió con excesiva frecuencia de la capital: con el rey y la corte en sus desplazamientos y a Italia con motivo de una comisión real, donde aprovechó para estudiar la obra de Tintoretto, Miguel Ángel y Rafael, de aquí se trae su primera obra mitológica “La Fragua de Vulcano”(1630).
A su regreso su evolución estilística es patente, tanto en el estudio de los gestos como las anatomías humanas. Continúa con sus retratos y se ve involucrado en dos grandes proyectos como son la decoración del nuevo palacio del Buen Retiro y del pabellón de caza de su majestad: la Torre de la Parada. Los problemas militares, económicos y familiares del rey hicieron que el monarca no se dejara retratar por Diego durante nueve años, aunque no perdió su pasión por el arte. Es entonces cuando Velázquez visita por segunda vez Italia en 1649, recién nombrado ayuda de cámara del rey. En Roma fue nombrado académico de la Academia de San Lucas (similar a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando) y socio de la Congregación de los Virtuosos. Se gana el favor del Papa Inocencio X, que permite que le pinte un retrato, y le facilita el acceso a la Orden Militar de Santiago. Es durante esta estancia cuando pinta su único desnudo “La Venus del Espejo”.
A su vuelta, ya como aposentador de Palacio, se dedica a decorar las salas del Alcázar con parte de las obras que ha adquirido en Italia, a pintar a las infantas y a realizar dos de sus grandes obras “Las Hilanderas”o “La Fábula de Aracne” y “Las Meninas” o “La Familia de Felipe IV”. Fallece el 6 de agosto de 1660, su cuerpo fue amortajado con el uniforme de la orden de Santiago y enterrado en la desaparecida iglesia de San Juan Bautista, en la actual plaza de Ramales.
Autorretrato de Diego Velázquez. Wikipedia.
El billete de 50 pesetas reúne dos obras del pintor: el “Autorretrato” realizado en 1640 que pertenece a la colección de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos en Valencia desde que, en el año 1835, lo donara su dueño Francisco Martínez Blanch. Estamos ante un óleo sobre lienzo de pequeño tamaño (45x 38 cm) aunque se piensa que ha sido recortado. Parece ser que en 1729 Isabel de Farnesio lo adquirió y tras varias vicisitudes pasó a las colecciones Vaticanas, de donde fue saqueado por las tropas napoleónicas. Lo adquirió José Martínez, cónsul español en Livorno, coleccionista y aficionado al arte, que ofrecía piezas de arte para que las compraran sus clientes españoles, entre ellos el monarca: Carlos IV. Finalmente, el “Autorretrato” pasó a los Martínez Blanch por transmisión familiar. Es el único retrato del autor que se conserva, junto que el que aparece en “Las Meninas”, mostrándonos a Velázquez al final de su vida.
“La Fragua de Vulcano”. Museo del Prado. Wikipedia.
“La Fragua de Vulcano” es el resultado de su evolución pictórica tras haber visitado Italia por primera vez. Pintado en 1630 en óleo sobre lienzo, tiene unas medidas de 223 x 290 cm. Suficientemente grande para ser ubicado en los muros del Palacio del Buen Retiro, cuando en 1634 pasó a las colecciones reales. Allí estuvo hasta que Carlos III lo trasladó al Palacio Real y hoy lo podemos ver en el Museo del Prado.
Cuadro de carácter mitológico donde se cuenta uno de los sucesos narrados por Ovidio en sus “Metamorfosis” (Siglo IV). Se plasma la escena donde Apolo, el dios del sol, representado como un personaje brillante, desciende hasta la fragua de su tío Vulcano, dios del fuego, para contarle que su mujer, Venus, la diosa del amor; le engaña con Marte, dios de la guerra. El pintor sevillano plasma la cara de estupefacción y enfado de Vulcano, que se queda mirando a Apolo, mientras los cíclopes que trabajan en la herrería interrumpen su trabajo. A diferencia de otros cuadros de mitología, Velázquez no intenta reflejar la escena como una unión de elementos sobrenaturales, sino como una escena real. Estamos ante un auténtico estudio anatómico y gestual de los personajes y donde sólo se permite una licencia al pintar dos ojos a los cíclopes, que en la mitología solo tienen uno. Aún se atisba la influencia tenebrista en la oscuridad del fondo del cuadro, aunque Apolo ilumine la escena y los cuerpos estén claramente definidos.
Grabado de Antonio Tempesta. Estudios completos sobre Velázquez.
Se escoge una escena previa del relato, en vez del momento en el que Vulcano sorprende a los adúlteros, atrapándolos en una red muy fina, para exhibirlos delante de los otros dioses, que era como se trataba el tema desde mediados del XVI. Probablemente se inspiró en un grabado que realizó Antonio Tempesta para una versión ilustrada de “Las Metamorfosis” de Ovidio (1606).
Este cuadro también dio imagen a diversos sellos durante los años 30.
Bibliografía
- A.A.V.V.: Catálogo especializado. Billetes de España. Editorial Edifil. 3ª Edición. Madrid, 2002.
- ÁNGULO IÑIGUEZ, Diego: “La fábula de Vulcano, Venus y Marte y La Fragua de Velázquez (1960)”. Estudios completos sobre Velázquez. Fernando Villaverde Ediciones S.L. Madrid, 2007, pp. 159-192.
- ENCISO RECIO, Luis Miguel: Compases finales de la cultura ilustrada en la época de Carlos IV. Real Academia de la Historia. Madrid, 2013.
- TORTELLA CASARES, Teresa: “El Billete español en la Edad Contemporánea: Mucho más que un medio de pago” en VII Jornadas Científicas sobre Documentación Contemporánea (1868-2008), Madrid, 2008, pp. 331-368.
MUSEO DEL PRADO. Biografía
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez
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REAL ACADEMIA DE SAN CARLOS. Patrimonio, Pintura
Autorretrato:
Por Vanessa Montesinos Muñoz.
Perito Antiques.