Siguiendo con los errores en impresiones calcográficas vemos que es posible determinar el orden de impresión de las dos caras.

En el 100 pta. de Becker vemos que existe una rotura producida por un enganchón, rotura que, posteriormente, ha originado un fuelle. La impresión del reverso ha sido perfecta, lo que indica que el enganchón se ha producido después de la impresión. La impresión del anverso se ha efectuado cuando el fuelle ya se había producido, lo que nos indica que los reversos se imprimen en primer lugar. Se sigue este orden al imprimir ya que se intenta que el anverso, la cara más importante del billete, sea la última impresa para que el aspecto final del billete sea el más perfecto posible.

Un tipo de errores muy frecuente, que vemos en todas las emisiones a partir de 1965, es el repinte que, habitualmente, se ofrece comercialmente como “impresión de reverso sobre anverso” o “impresión de anverso sobre reverso”, denominación no muy afortunada ya que parece indicar la existencia de una doble impresión de calcografía en una de las caras, cuando el origen no es ese. Ejemplos de estos dos tipos de repintes los vemos en las imágenes de los 1.000 pta. de Echegaray.
Los repintes se producen por contacto entre pliegos en el apilado posterior a la impresión de una cara, cuando la tinta no ha secado completamente y, además, existe una gran presión debido a la cantidad de pliegos acumulados. Se sobreentiende que una mayor cantidad de tinta o un gran apilado facilita los repintados.
Si el repinte es de “reverso sobre anverso” la impresión primera será la litográfica, encima estará el repinte del reverso y la más superior será la calcográfica del anverso. Si el repinte es “anverso sobre reverso” el orden será, litografía, calcografía del reverso y repinte del anverso. Con mucha práctica, pero con gran dificultad, pueden verse estas secuencias.
Hay que destacar que la coincidencia entre la impresión verdadera y la repintada es absoluta, es decir, que mirado el billete a contraluz se ven las dos impresiones superpuestas sin ninguna desviación, excepto en casos muy excepcionales lo que indica que el apilado es perfecto debido a que los pliegos son colocados en la pila de salida contra unos topes semejantes a los del registro de entrada.
Como decimos en algún caso excepcional puede ocurrir un desplazamiento en el repinte, pero el hecho es que solo lo hemos visto una vez, y es en el billete de San Isidoro, un repinte del anverso sobre el reverso, en el que existe un ligero desplazamiento tal como vemos en la imagen al trasluz.
En la impresión de billetes siempre se ha producido el problema de los repintes ya que la tinta calcográfica es muy pastosa y grasa, por lo que es difícil su secado, con lo cual el repinte se produciría siempre a no ser que la impresión entre pliego y pliego fuese muy lenta para dar tiempo al secado. Para solucionarlo, el único sistema que se encontró fue el de intercalar entre pliego y pliego una hoja en blanco, en la cual quedaba el repinte. Estas hojas de intercalación con repintes se conocen como “maculaturas” y en ocasiones se ofertan en subastas como pruebas de billetes.

En la imagen adjunta, proveniente de la Web de la FNMT, vemos una máquina STIF, imprimiendo la calcografía del reverso del 100 pta. de Romero de Torres, asistida por dos empleados, uno de los cuales intercala los pliegos de maculaturas.
El problema del intercalado de maculaturas es la cantidad de personal necesario que requiere el poner y quitar las hojas, además de ralentizar el proceso. Solo hasta muy recientemente no se pudo abordar la solución.
Las máquinas de la casa Giori, podían introducir automáticamente el papel de intercalación, pero era preciso realizar manualmente la retirada de las maculaturas, con lo cual el problema se resolvía muy parcialmente, por lo que se intentó eliminar totalmente el intercalado esparciendo sobre la superficie impresa de los pliegos “polvo antimaculante” que impidiera el contacto directo entre las superficies de los pliegos. Esto disminuyó el problema, pero sin llegar a la solución definitiva.
Un ejemplo de los ensayos efectuados con antimaculantes puedría ser el 1.000 pta. de Echegaray con repinte del anverso sobre el reverso. Lo creemos así ya que los límites del repinte no son exactamente rectas y el que formen un ángulo agudo no es justificable por una mala disposición del papel intercalado. Solo sería justificable el repinte considerando que el polvo antimaculante es lanzado sobre la superficie del pliego.
La solución, casi definitiva a este problema es el mantenimiento de las maculaturas y automatizar el intercalado y desintercalado, aunque el procedimiento todavía produce errores ya que los vemos en la emisión de 1992
Los repintes pueden ser totales, como el que tiene el billete de Mutis o parciales como el de Hernán Cortés. Los primeros son debidos a que el papel de maculaturas, o bien no se ha introducido o está muy desplazado y los repintes parciales son provocados por pequeños desplazamientos, que en ocasiones dejan de una pequeña parte del pliego sin cubrir.
Al ser los repintes, como ya hemos dicho, perfectamente superponibles con la impresión definitiva no son factibles las falsificaciones y, además, al tener el repinte el mismo color que la impresión definitiva todavía añadiría más dificultad a la falsificación ya que habría que conseguir el color exacto de las tintas auténticas.
Curiosamente nunca hemos visto un repinte anterior al 1.000 pta. de los Reyes Católicos, no sabemos si es porque al hacerse el intercalado y desintercalado de forma manual se evitaban los errores o porque el sistema facilitaba la detección en caso de ocurrir. También, el perfeccionamiento por la automatización y el control de errores por medios ópticos hacen que los repintes sean más escasos en las emisiones de 1992, pero, como hemos dicho siguen ocurriendo.
El siguiente paso en la impresión es la numeración del billete, pero lo que nos enseñan los errores numéricos lo veremos en el siguiente artículo.