Soy un coleccionista nato, casi patológico, y desde niño coleccionaba de todo: cajetillas de tabaco, reposa vasos, vitolas, sellos, monedas, etc. En cuanto a la moneda se refiere, empecé a coleccionar en serio hacia los años setenta. Recuerdo que durante un viaje por la isla griega de Rodas entré en la tienda de un anticuario y entre mucha “morralla” encontré un par de piezas griegas que nunca olvidaré: un tetradracma de Alejandro Magno y una estátera de Leontini. Así empecé a formarme en el mundo griego, compré cuanta documentación fue necesaria (incluyendo los 26 tomos de Moneda Griega editados por el Museo Británico) y adquiriendo piezas argénteas, las que mi economía me permitía, de este apasionado mundo. Desde ahí y simultaneando con Grecia, empecé a coleccionar denarios de la República Romana, y consecuentemente pasé a interesarme por los denarios Ibéricos. No contento con esto también coleccioné Reales de a 8. Todo lo que “acumulé” durante esta etapa lo vendí el año 2002 por razones personales. Pero siempre sentí que en un huequito de mi corazón estaba la añoranza de mis monedas, de mi “hobby”. Así que alrededor del 2005 empecé a coleccionar de nuevo y, por no repetir, me incliné por algo que siempre me había entusiasmado: las onzas macuquinas.

- Es usted uno de los mayores expertos en la onza española, ¿por qué la moneda macuquina? ¿Qué tiene de atractivo y singular?
No puedo considerarme un gran experto en este campo, doctores tiene la numismática, profesionales magníficos que saben más que yo, sólo soy un estudioso del tema y, aunque domino un poco más la Onza (8 escudos), también creo entender algo de los valores inferiores: 1, 2 y 4 escudos.
En cuanto al por qué de la moneda macuquina, la respuesta es porque en estas piezas nos encontramos ante la peculiaridad de que no existen dos monedas iguales ya que al estar acuñadas a martillo hace imposible la presencia de la igualdad, cosa que no pasa con las acuñaciones hechas a molino, prensa, o en maquinarias más o menos complejas y modernas.
La pieza macuquina puede tener un historial o pedigrí perfectamente claro, se puede seguir la pista de cualquier moneda desde el mismo día que salió al mercado y esto hace que cada pieza sea única y al ser única se le toma un cariño especial, es como un familiar más o menos cercano, hoy se encuentra en una subasta en Nueva York y mañana podemos localizarla en Zurich o Madrid.
Otro factor que las hace harto interesantes es el artístico, desde que se hace un diseño con las directrices monetarias, hasta que se plasma, de manera incusa en un simple cuño de hierro, todo lo que ha de llevar la moneda es de una artesanía más rayana y próxima al arte. Luego el propio sistema de acuñación a fuerza de golpes, el posterior recorte de las partes sobrantes (no olvidemos que debían mantener un peso exacto); la preparación de los cospeles o flanes, ya procediesen de láminas o de rodajas de barra (especies de lingotes redondeados). No quisiera extenderme más en el por qué del atractivo de este tipo de piezas. Solo debemos recordar que hasta la llegada de la maquinaria todas las monedas son macuquinas, por lo que este seguimiento que las hace tan únicas y familiares es aplicable a toda la numismática mundial, desde Grecia hasta los tiempos modernos. Desde los lugares más remotos de Asia, pasando por Europa y terminando en el Nuevo Mundo.
- ¿Cuántas macuquinas han pasado por sus ojos?
Por mis ojos han pasado millares de piezas, pero esto no quiere decir que hayan pasado por mis manos. En el mundo virtual en el que hoy en día nos movemos tenemos acceso a un universo de información y documentación extraordinarios. Accedemos a todas las subastas que de este sector acontecen, tanto en papel, como por Internet.
Por el trabajo que desarrollo, debo captar todas las piezas áureas que aparezcan del mundo macuquino de la Monarquía Española (escudos exactamente). Así que en cuanto una subasta vez la luz, informáticamente hablando, ya paso las piezas que me interesan a mi Base de Datos, allí las ajusto, con programas como Photoshop, a los parámetros necesarios de color, formato informático y tamaño necesarios para que puedan ser presentados en mi Web, www.onzasmacuquinas.com, o en papel para el caso de edición de artículos o de libros. Después, cuando la subasta ha terminado, debo recoger los resultados de adjudicación, añadir los costos de comisión e impuestos pertinentes y añadirlos a la pieza correspondiente para que el trabajo esté completo… hasta que esa misma pieza vuelva a salir al mercado y vuelta a empezar el mismo proceso.
Algunas piezas tienen tanta “personalidad” que me son familiares en cuanto las veo, quizás por su rareza, por su forma, etc.

- ¿Y catálogos de subasta?
Esta respuesta es doble, por lo dicho anteriormente. En formato papel han pasado por mis manos tantos catálogos de subastas como hayan sido impresos, primero en el ámbito español y más tarde en Europa y Estados Unidos. En tiempos no informáticos se me “escapaban” muchos catálogos extranjeros por falta de información, por desconocimiento de su existencia. Pero de los españoles casi podría asegurar que los he tenido todos o casi todos y aún los guardo. En la actualidad llegan a mi casa todos los meses decenas de catálogos impresos, aunque la mayoría de ellos ya los conozco anticipadamente vía Internet.
- ¿Qué le gusta más coleccionar o investigar?
Coleccionar, por las razones que antes he contestado, colecciono onzas macuquinas, una pequeñita muestra de lo que me gustaría, pues hay que reconocer que es un “hobby” bastante costoso.
En investigación es otro cantar. Con lo que más he disfrutado y sigo disfrutando, a lo largo de mis cuarenta años de coleccionismo, es con el mundo griego, ya sea oro, plata o cobre. En ocasiones hasta haber clasificado una pieza pueden transcurrir años… pero cuánto más costosa es la identificación más satisfacción produce su estudio y si el resultado es bueno… mejor que mejor.

- ¿Cuándo escribió su primer artículo y sobre qué trataba?
Fue en el año 2009, a petición de D. Adolfo Cayón, hoy presidente de la Asociación Española de Numismáticos Profesionales AENP, y versaba sobre la acuñación macuquina, se llamó: “Onza macuquina de Lima de 1709. Lo que el ojo no ve”. En él trataba de explicar lo que ya he dicho con anterioridad, las dificultades con las que se encontraban los artífices de aquellas épocas; recuerdo que, contando con las posibilidades de un programa informático, invertí la pieza de Lima mencionada para que el lector pudiera entender cómo el artesano correspondiente habría de labrar su cuño en bajorrelieve y al revés.
Desde entonces hasta hoy, todos los meses sale un artículo de mis manos -como usted sabe bien-, así que ya llevó publicados más de 30 trabajos.
- Háblenos ahora de su gran obra “Oro Macuquino”, ¿por qué este novedoso Catálogo?
A raíz de mi afición por las onzas, quizás debido a mi debilidad por el orden y la catalogación, empecé a llevar una pequeñita base de datos de las onzas. Al pasar estos datos a un programa informático, se me ocurrió que se podría llevar con cierta facilidad una base de datos con todas las onzas macuquinas que saliesen o hubiesen salido al mercado y que esta información podría volcarse a la Red para consulta de todos aquellos, coleccionistas o profesionales, que desearan seguir los avatares del mercado de las onzas, sus revalorizaciones o devaluaciones, etc. De esta idea salió a la red la web que antes mencioné y así el internauta podía encontrar cualquier moneda de cualquier época, porque preparé un programa con 4 variantes: año, monarca, ceca y casa de subastas. De tal manera que, pongamos un ejemplo, si alguien quería saber cuántas piezas acuñadas en Sevilla en 1645 existían en el mercado, con rellenar dos campos de las variables, ceca y año, aparecían todas las que estuvieran en la Base de Datos. Y así empezó, la página funcionó, se fue llenando de consultas y tuvo y sigue teniendo bastante afluencia de visitas.
En este instante sólo se trataba de los 8 escudos, de ahí el nombre de la web: onzasmacuquinas.com. Pero con el tiempo y, en gran parte demandado por los internautas, hube de ampliar la base de datos a los valores más pequeños (1, 2 y 4 escudos). Fue y sigue siendo una ingente labor de búsqueda y puesta al día. Hube de buscar la información que no poseía de subastas extranjeras, de casas subastadoras del mundo entero, algunas ya no existían, otras se habían fusionado, otras no vendían sus catálogos antiguos. Tuve que recurrir a la compra masiva de catálogos, de segunda mano, en los que hubiesen salido a la venta moneda española. No quiero hacer el cuento largo: durante cuatro años todas las monedas que llegaban impresas a mis manos se recogían, se trataban, se coloreaban, se averiguaba su precio de martillo y su comisión y se incorporaban a la web. Y una cosa lleva a la otra, disponiendo de todo este material debía de llegar su publicación estructurada al modo tradicional: el catálogo.

- ¿Cuándo inicio su edición y cuánto tiempo le ha llevado?
La creación del catálogo llegó, como he dicho antes, al poco tiempo de tener la base de datos suficiente. En principio fue un catálogo informático incorporado a la propia web, de este modo el usuario podía acceder a las monedas por la Base de Datos que antes expliqué o podía consultarlo, en formato Pdf, a la usanza de un Catálogo: Oro macuquino. De ahí pasarlo a papel, editarlo, solo fue un paso más.
En cuanto al tiempo que me ha llevado es el mismo que el empleado en su formato virtual, añadiendo, como es natural, los trámites de diseño, paginación, impresión y encuadernación hasta llegar a su edición y distribución.
- ¿Cuántas monedas recoge y de cuántas subastas?
Recoge más de 2.000 piezas. En cuanto al número de subastas no tengo una contestación exacta, pero le voy a proporcionar unos datos que formarán una idea de la cuantía de subastas incorporadas: son 60 las Casas de Subastas consultadas. De las empresas más antiguas he llegado a consultar hasta las subastas de los años setenta del pasado siglo. Algunas de estas empresas llevan cuatro, cinco o más décadas subastando. Con que cada una de las 60 casas mencionadas hubiese realizado 200 subastas… ya nos daría un resultado de 12.000. No es una exageración. Pensemos en una casa que todos conocemos y que no lleva demasiado tiempo en el mercado, me refiero a la empresa Áureo -sola o asociada con otras empresas-, nació en el año 90, si no me equivoco, y acaba de poner a la venta su subasta número 243…
- ¿Están todas las que son…?
Son todas las que están, pero me equivocaría si dijera que están todas las que son. Por fuerza han de habérseme escapado algunas decenas de piezas que hayan aparecido en subastas, para mí desconocidas pero, salvo casos excepcionales, raras son las monedas que con el paso de los años no vuelven a salir a la venta, ya sabe: herencias, renovación de piezas, motivos económicos…
- ¿Cuál es la mejor pieza de las recogidas?
Incontestable. Existen tantísimas piezas únicas, raras, auténticamente raras, que es imposible decantarse por una solamente.
Además, permítame una pequeña reflexión, ¿qué es más importante, una pieza única de regular conservación o una pieza que no siendo única está en un estado de Flor de Cuño? Aquí cada quien debe aportar su propio sentido de lo “mejor”.

- ¿Qué aporta este Catálogo a coleccionistas y profesionales?
- Principalmente tres cosas. Una: Todos los precios de las monedas subastadas aportan su valor “real” lo que se pagó por ellas en su última subasta, incluyendo comisiones e impuestos. Dos: Todas las piezas llevan incorporado su estado de conservación, lo que facilita un gran aporte al valor de la pieza. Y Tres: Todas las monedas se dan a color.
No deja de sorprenderme que en el mundo editorial y tecnológico que vivimos, que es un mundo lleno de color, de calidad gráfica digitalizada, donde la aportación del color es del todo imprescindible, los catálogos que se editan al uso se imprimen en blanco y negro como si estuviésemos en los albores del siglo XX. Ya sé que la impresión a color es más cara y la preparación para lograrlo también… pero ¿por qué hacemos Catálogos de Subastas que son auténticas joyas de impresión a color, con unas fotografías magníficas y dejamos como hermano pobre a lo que más se utiliza: el catálogo?
- Cuando repose esta primera edición, ¿se atreverá con las onzas españolas acuñadas mecánicamente?
La verdad, no sé si podré hacerlo algún día. Si se tratase solamente de Onzas podría ser factible, pero al ser un catálogo referido a todos los escudos, a todos los valores… no sé... lo veo difícil, el trabajo se multiplica por cuatro. Además considero que al tratarse de ejemplares acuñados a máquina, que sólo pueden diferenciarse unos de otros por su estado de conservación, una de las aportaciones de “Oro Macuquino” que antes he mencionado dejaría de existir, siempre habría de ponerse el último ejemplar subastado independientemente de su estado de conservación y la única aportación que tendría sería la del color.
- ¿Algún otro proyecto en mente?
Sí, estoy preparando un trabajo sobre áureos romanos, que sigue el mismo patrón que describí con las onzas y sus submúltiplos.
Empezaré con una potente Base de Datos, basada como siempre en las subastas pertinentes. Ya tengo clasificados y documentados un millar de estos bellísimos ejemplares… pero dejémoslo ahí…, por ahora solo son proyectos.