Refiere Plat�n en su di�logo Prot�goras, c�mo �ste pone en conocimiento de S�crates los acontecimientos ocurridos en el principio de los tiempos. Comienza el narrador diciendo:
�Hubo una vez un tiempo en que exist�an los dioses, pero no hab�a razas mortales. Cuando tambi�n a �stos les lleg� el tiempo destinado de su nacimiento, los forjaron los dioses dentro de la tierra con una mezcla de tierra y fuego, y de las cosas que se mezclan a la tierra y el fuego��
� y cuando estaban dispuestas para sacarlas a la luz, las deidades ordenaron a Prometeo y Epimeteo, hijos del Tit�n J�peto, que distribuyeran adecuadamente facultades entre todas ellas. Epimeteo pidi� a su hermano encargarse de la tarea y �ste accedi� a condici�n de supervisar el trabajo una vez finalizado.
Comenz� el reparto proporcionando a unas criaturas fuerza, pero no rapidez, a otras rapidez sin fuerza, a los peque�os de cuerpo alas para volar o escondrijos donde guarecerse, a unas les entregaba armas en forma de garras y a otras astucia para evadirse, a unas pieles gruesas para defenderse del fr�o y del calor y a otras plumas ligeras para poder volar y as� sucesivamente teniendo siempre la precauci�n de que ninguna especie quedara indefensa.
Despu�s suministr� alimentos distintos seg�n cada g�nero y a ciertas especies les permiti� alimentarse con la carne de otras. Ambas clases fueron facultadas para reproducirse, pero las especies devoradas contaron con una gran fecundidad para evitar su extinci�n.
Epimeteo, cuyo nivel intelectual no era muy elevado, utiliz� todas las facultades en los animales dejando totalmente desprotegida y vulnerable a la especie humana.
Ante la inminencia de su aparici�n en la Tierra y la imposibilidad de encontrar un medio para que el g�nero humano sobreviviera, Prometeo entr� furtivamente en el taller donde Atenea desarrollaba sus artes agr�colas apoder�ndose de ellas y en la fragua de Hefesto haci�ndose con el fuego. Consumada su acci�n, entreg� el bot�n a los humanos con lo que �stos adquirieron los recursos necesarios para sobrevivir.
�Prometeo lleva el fuego a los hombres�, por Heinrich Friedrich F�ger, Museo Liechtenstein. Viena
Al objeto de facilitar la convivencia, Zeus envi� a Hermes para que distribuyera entre los hombres los dones del honor y la justicia con el mandato: �Al incapaz de participar del honor y de la justicia sea eliminado, como una enfermedad, de la ciudad''.
Sin embargo, esta especie de idilio no iba a durar. En cierta ocasi�n Prometeo sacrific� un gran buey y distribuy� su cuerpo en dos partes. Una de ellas estaba compuesta por la piel, la carne y las v�sceras y en la otra se acumulaban los huesos recubiertos por una capa de grasa. Ofreci� a Zeus elegir la porci�n que comer�an los dioses y la deidad suprema prefiri� la parte formada por los huesos y la grasa. Desde entonces, los humanos com�an la carne de los sacrificios y quemaban los huesos como ofrenda a los dioses. Ni que decir tiene que el rey ol�mpico mont� en c�lera al descubrir la estratagema.
Zeus, en venganza por el enga�o, despoj� a la humanidad del fuego, pero Prometeo subi� al Olimpo y tom�ndolo del carro de Helios se lo devolvi� a los hombres.
El rey de los dioses se sinti� ofendido por la sustracci�n y, para desquitarse de la humanidad, encarg� a Hefesto que compusiese una figura femenina de arcilla a la que infundi� vida y llam� Pandora envi�ndola a casa de Epimeteo, donde se hallaba una caja conteniendo todas las desgracias que pod�an acaecerle a los humanos y con las que el dios pretend�a castigarlos. Hermes llev� a Pandora a casa de Epimeteo y �ste se cas� con ella. Tal como hab�a previsto Zeus, la mujer, llena de curiosidad, abri� la caja y las adversidades en forma de hambre, peste, enfermedades, dolor, etc. se expandieron por el mundo. Cuando su marido quiso cerrar el cofre era tarde y s�lo qued� en �l la esperanza. Desde entonces los humanos dicen que la esperanza es lo �ltimo que se pierde.
�Pandora�, por James Gillray, National Portrait Gallery, Londres.
Tras ello, Zeus castig� tambi�n a Prometeo haci�ndolo encadenar en el C�ucaso por Hefesto y enviando un �guila gigantesca, procreada por los monstruos Tif�n y Equidna, para que durante el d�a le devorara el h�gado. Pero, como era inmortal, por la noche se le regeneraba y el ave volv�a a devorarlo al d�a siguiente. El castigo deb�a ser eterno, pero, afortunadamente para �l, fue liberado por Heracles disparando una flecha al �guila a cambio de la informaci�n necesaria para obtener las manzanas del jard�n de las Hesp�rides.
�Prometeo encadenado�, por Pedro Pablo Rubens. Museo del Prado, Madrid.
Pues bien, Prometeo tuvo un hijo llamado Deucali�n, quien, junto a su esposa Pirra, eran considerados por los griegos como los padres de la humanidad, ya que, tras el Diluvio y por mandato de Gea (La Tierra), fueron arrojando piedras que se transformaban en hombres y mujeres seg�n fueran depositadas por Deucali�n o Pirra, respectivamente.
�Deucali�n y Pirra�, por Pedro Pablo Rubens. Museo del Prado, Madrid.
El primog�nito de esta pareja se llam� Hel�n y sus descendientes fueron los helenos. Entre ellos se encontraban Doro, Eolo, I�n y Aqueo, ep�nimos de dorios, eolios, jonios y aqueos que ocuparon toda Grecia a principios del segundo milenio a. C. asent�ndose en distintos territorios.
La poblaci�n aut�ctona los llamaba barbaroi (los que no sab�an hablar griego), sin embargo, estos pueblos introdujeron en Grecia un sistema de escritura lineal, mejoraron la agricultura construyendo canales de riego y explotaron las minas perforando galer�as subterr�neas. Para iluminar los t�neles, se sujetaban antorchas en la cabeza dando origen al mito de los c�clopes, gigantes con un solo ojo, entre los que constituye paradigma el Polifemo que ceg� Ul�ses en la Odisea hom�rica.
�Polifemo y Ul�ses�, por Jacob Jordanes. Museo Pushkin. Mosc�.
El progreso acompa�� la evoluci�n de los invasores hasta llegar a la brillante civilizaci�n mic�nica desarrollada en el Peloponeso, que perdur� desde el siglo XVII a. C. hasta el final de las hostilidades entre griegos e hititas hacia el siglo XII a. C.
Micenas. www.guiadegrecia.com
El conflicto b�lico finalizaba con la destrucci�n de Troya que signific� la desaparici�n para siempre del Imperio hitita, pero tambi�n la decadencia de Micenas, y la de Grecia en general, inici�ndose una �poca oscura que dur� varias centurias.
Ruinas de Troya.
Entre los siglos VIII y VI a. C. comenz� una recuperaci�n pol�tica, econ�mica y cultural gracias a la organizaci�n de ciudades-estados y a la creaci�n de colonias, que permiti� la intensificaci�n del comercio y mostr� la necesidad de agilizar los intercambios. As� comenzaron a utilizar la moneda siguiendo el ejemplo de Lidia.
Polis griegas.
Antes de ello, se empleaba como unidad de cuenta el talento. �sta era una medida de peso, original de Mesopotamia, que equival�a a la masa de agua necesaria para llenar un �nfora. Ten�a como fracciones la mina, el dracma y el �bolo. El talento, en el patr�n �tico, pesaba unos 26 kilos y ten�a 60 minas. Cada mina se divid�a en cien dracmas y el dracma contaba con seis �bolos. El talento y la mina utilizados fuera de la H�lade ten�an pesos distintos e, incluso, en el patr�n de la isla griega de Egina, el talento pesaba aproximadamente 38 kg.
Antigua �nfora griega. http://common.wikimedia.org/wiki
El �bolo era una barrita de metal sin pulir muy delgada y larga que se consideraba algo de escaso valor. Cab�an seis �bolos en una mano, es decir, seis �bolos eran un pu�ado. Esta era la unidad de cuenta y la llamaban dracma.
Haz de seis �bolos hallado en el Templo de Hera en Argos. Pu�ado de seis �bolos al que llamaron dracma. Museo Numism�tico de Atenas.
M�s tarde, dracma y �bolo fueron denominaciones de monedas. Una vez implantado el uso monetario, cada ciudad acu�� las suyas con dise�o propio. Se cree que en la isla Egina, situada en las proximidades de Atenas, se batieron los primeros ejemplares griegos y desde all� se extendi� r�pidamente su utilizaci�n a las principales polis.
�La barca de Caronte, Sue�o, Noche y Morfeo�, por Luca Giordano 1684-86 (Palacio Medici-Riccardi en Forencia).
Entre la poblaci�n helena, exist�a la costumbre de enterrar a los difuntos con un �bolo bajo la lengua para que pagaran al barquero Caronte la traves�a de la laguna Estigia y llegar al Hades (Inframundo). Aquellos que no pod�an �adquirir el pasaje� deb�an esperar cien a�os hasta que el barquero accediera a llevarlos gratis.
Bibliograf�a
Diccionario Larousse de la mitolog�a griega
Di�logos de Plat�n. Prot�goras. eBooket.com
Mitos y Leyendas. Philips Wilkinson. Editorial Alhambra.
Biblioteca mitol�gica. Apolodoro de Atenas. Alianza Editorial
Jos� Alberto Jim�nez Peris