Las jóvenes naciones iberoamericanas, después del periodo Napoleónico y coincidiendo con la indolencia del rey Fernando VII (no se nos olvide que él mismo en vez de luchar por España se exilió a Fontainebleau escribiendole poemas a Napoleón) se independizaron. Aquí tenemos ejemplos de estas nuevas naciones: como el estado Centroamericano, constituido después del Primer Imperio Mejicano en el 1823. (http://marketing.net.catawiki).
Durante mucho tiempo los estados latinoamericanos mantuvieron un patrón monetario español, en reales y escudos de plata y oro respectivamente, como (http://marketing.net.catawiki.com) este 8 escudos de oro acuñado en 1845 en la ceca mejicana de Chihuahua.
Luego otras naciones adoptaron sus propios patrones, normalmente el peso, equivalente a un antiguo 8 reales y más o menos al dólar estadounidense. Es curioso ver el caso de Venezuela, que al final del siglo XIX se separó de los sistemas americanos para adoptar nada menos que el patrón europeo de franco napoleónico, uniéndose al sistema de la Unión Monetaria Latina (a la que España también perteneció) acuñando las monedas con una ley y un peso igual en casi toda Europa. Aquí tenemos un 20 Bolívares equivalente a un 20 francos, o 20 liras o dracmas o pesetas de la misma época, cuyo peso reglado por ley es de 6,45 gramos de oro 900 milésimas. (http://marketing.net.catawiki.com)
La subasta española tradicional se ha consolidado tanto que por primera vez esta semana Catawiki pone a puja unas piezas muy raras y prestigiosas. Subastarán un castellano de oro, la rarísima moneda de los Reyes Católicos anterior a la acuñación del doble excelente y consecuentemente, anterior a la pragmática de Medina del Campo de 1497 que llevó a alinear el reino de Castilla al patrón metrológico del ducado veneciano. (http://marketing.net.catawiki.com).
Es muy curiosa la historia del Castellano de oro y de la dobla de la Banda (http://marketing.net.catawiki.com) . Se trata de monedas cuya metrología (aspectos técnicos: peso y ley) es afín a la árabe, y que los reinos nazaríes del sur, avasallados a la corona de Castilla, pagaban sus tributos anuales al rey cristiano en doblas de oro que, llevadas a Sevillas en la torre del oro, a Burgos o a Toledo, se volverían a acuñar con las armas Castellanas. El flujo de oro procedente del sur era mucho mayor que el la cantidad que otras potencias podían manejar en aquella época. Los árabes tenían acceso al Sahara y su oro, que a través de Andalucía llegaba a Castilla.
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