El Banco Central Europeo (BCE) concluyó ayer su consulta pública sobre un euro digital y tiene previsto analizar con detalle el significativo volumen de respuestas recibidas. Un total de 8.221 ciudadanos, empresas y asociaciones sectoriales contestaron al cuestionario on line, lo que constituye una cifra récord en lo que respecta a las consultas públicas realizadas por el BCE.
La consulta pública se inició el 12 de octubre de 2020, tras la publicación del informe del Eurosistema sobre un euro digital. El BCE publicará un análisis exhaustivo de las respuestas recibidas a la consulta pública en la primavera y tendrá en cuenta dicha información como un elemento importante de cara a una eventual decisión del Consejo de Gobierno del BCE acerca de si poner en marcha un proyecto de investigación sobre un euro digital.
El análisis inicial de los datos brutos muestra que, entre las características más solicitadas que deberían estar presentes en un posible euro digital, la privacidad de los pagos fue la primera (41% de las respuestas recibidas), seguida de la seguridad (17%) y del alcance paneuropeo (10%).
«El elevado número de respuestas obtenidas evidencia el gran interés de las empresas y los ciudadanos europeos en contribuir a dar forma a una visión sobre el euro digital» ha señalado Fabio Panetta, miembro del Comité Ejecutivo del BCE y presidente del grupo de trabajo sobre un euro digital. «Las opiniones de los ciudadanos, las empresas y todas las partes involucradas son de vital importancia como parte de nuestro proceso de evaluación de los casos de uso en los que un euro digital sería de mayor utilidad».
El grupo de trabajo del Eurosistema, en el que participan expertos del BCE y de los 19 bancos centrales nacionales de la zona del euro, identificó posibles escenarios que podrían justificar la emisión de un euro digital. Entre ellos se incluye un aumento de la demanda de pagos electrónicos en la zona del euro que requeriría un medio de pago europeo digital libre de riesgo, un descenso significativo del uso del efectivo como medio de pago en la zona del euro, la creación de medios de pago privados a escala mundial que podrían generar problemas regulatorios y plantear riesgos para la estabilidad financiera y para la protección de los consumidores, y un uso generalizado de dinero digital de banco central emitido por otros bancos centrales.
Un euro digital sería una representación electrónica de dinero de banco central que todos los ciudadanos y empresas podrían utilizar —como los billetes, pero en formato digital— para realizar sus pagos diarios de manera rápida, fácil y segura. No sustituiría al efectivo, sino que lo complementaría. En cualquier caso, el Eurosistema continuará emitiendo efectivo.
Un euro digital combinaría la eficiencia de un instrumento de pago digital con la seguridad del dinero de banco central. La protección de la privacidad sería una prioridad fundamental, con el fin de que un euro digital pueda contribuir a mantener la confianza en los pagos en la era digital.