

La interpretación que aparece en el anverso de la moneda es una obra de Francesco Guardi “La isla de San Giorgio Maggiore vista desde San Marcos”, una pintura conservada en Londres, en la Colección Wallace. Como leyenda, “Reppublica Italiana” (República Italiana).

En el reverso, el detalle del retrato de Francesco Guardi tomado de una pintura de Pietro Longhi, que se conserva en el Museo del siglo XVIII, en Venecia. En la parte superior la leyenda “Francesco Guardi” a la izquierda el valor “10 euros” y la marca de la Ceca de Roma “R”. Las fechas “1712” y “2012”. Por último una “m” como inicial del apellido de Roberto Mauri, diseñador de la moneda.
El pintor italiano Francesco Guard, (Venecia, 1712-1793), nació en el seno de una familia de artistas y se formó en el taller familiar, marco en el que se desarrolló también toda la primera parte de su carrera artística, en colaboración con su hermano Giovanni Antonio. En esta época no le fue posible crear un estilo propio, ya que se vio obligado a poner sus dotes creativas al servicio de los numerosos encargos que llegaban al taller y no pudo dar rienda suelta a su inventiva.
La primera muestra de su genio la constituyen las “Escenas de la vida de Tobías”, pintadas para la iglesia de San Rafael de Venecia. Aunque los críticos discrepan en cuanto a si estos cuadros son obra suya o de su hermano Giovanni Antonio, por la maestría de la realización y el carácter evanescente de los fondos parece más probable que se deban a Francesco, quien muy poco después manifestó unas dotes extraordinarias para el paisaje.
En efecto, en 1760, a la muerte de su hermano, abandonó los encargos del taller familiar para dedicarse en exclusiva a un género, el de la veduta, que estaba por entonces en pleno florecimiento gracias a Canaletto y algunos otros artistas.
Seguramente era ésta la vocación de Guardi desde los inicios, y a ella se entregó, al principio como seguidor de los pasos del realismo a ultranza de Canaletto. Pero no tardó en emprender su propio camino, con obras en que la libertad del trazo y el carácter envolvente de la atmósfera crean un ambiente más bien irreal. Estas realizaciones (en su mayoría vistas de Venecia) y no las de la primera época son las que definen la personalidad artística de Guardi, cuyo genio, sin embargo, no fue reconocido hasta la aparición de los impresionistas.