

La moneda de 400 euro, con una métrica antigua de ocho escudos, ha sido acuñada en oro de 999 milésimas, pesa 27gr., mide 38 mm. y tiene una tirada de 3.000 ejemplares. Reproduce en su anverso la obra “Autorretrato” y en el reverso “Retrato de una niña”, de 1919.


Los 50 euro en plata de 925 milésimas, métrica antigua tipo cincuentín, mide 73 mm., pesa 168’75 gr. y tirada de 5.000 piezas. En su reverso reproduce el cuadro “La Casa de la Palma”, de 1918.



Con una métrica antigua de 8 reales y valor 10 euro, se presentan las tres monedas restantes en plata de 925 milésimas, 40 mm. de diámetro, 27 gr. de peso y tirada de 10.000 ejemplares. El anverso común muestra el “Autorretrato” de 1919, y los reversos “Estrella matinal”, “Mujer, pájaro, estrella” y “Personajes y pájaros con un perro”, ambos de 1978.
Joan Miró nació el 20 de abril de 1893 en Barcelona, estudió en la Escuela de Bellas Artes y en la Academia Galí. Sus obras recogen motivos extraídos del reino de la memoria y el subconsciente con gran fantasía e imaginación, y que se hallan entre las más originales del siglo XX.
Su obra anterior a 1920 muestra una amplia gama de influencias, entre las que se cuentan los brillantes colores de los fauvistas, las formas fragmentadas del cubismo y las bidimensionales de los frescos románicos catalanes. En 1920 se trasladó a París, encontrándose con Pablo Picasso, donde, bajo la influencia de los poetas y escritores surrealistas, fue madurando su estilo. Miró arranca de la memoria, de la fantasía y de lo irracional para crear obras que son transposiciones visuales de la poesía surrealista. Estas visiones oníricas, como “El campesino catalán de la guitarra”, “El carnaval del arlequín” (1925) o “Interior holandés” (1928), a menudo comportan una visión humorística o fantástica, conteniendo imágenes distorsionadas de animales jugando, formas orgánicas retorcidas o extrañas construcciones geométricas. Las composiciones de estas obras se organizan sobre neutros fondos planos y están pintadas con una gama limitada de colores brillantes, especialmente azul, rojo, amarillo, verde y negro. En ellas se disponen sobre el lienzo, como de modo arbitrario, siluetas de amebas amorfas alternando con líneas bastante acentuadas, puntos, rizos o plumas.

Posteriormente, Miró produjo obras más etéreas en las que las formas y figuras orgánicas se reducen a puntos, líneas y explosiones de colorido abstractos. Volvió a España en 1940. Miró también experimentó con otros medios artísticos, como grabados y litografías, a los que se dedicó en la década de 1950. También realizó acuarelas, pasteles, collages, pintura sobre cobre, escultura, escenografías teatrales y cartones para tapices. Sin embargo, las creaciones que han tenido una mayor trascendencia, junto con su obra pictórica, son sus esculturas cerámicas, entre las que destacan los grandes murales cerámicos “La pared de la Luna” y “La pared del Sol” (1957-1959) para el edificio de la UNESCO en París y el mural del Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid. En la actualidad su producción puede contemplarse en la Fundación Joan Miró en Barcelona y en los principales museos de arte contemporáneo de todo el mundo.