Las gracias honor�ficas que Fernando VII dispuso para las v�ctimas del 2 de mayo de 1808 fueron comunicadas al Ayuntamiento de Madrid a trav�s de su corregidor el conde de Moctezuma, por Real orden de fecha 27 de octubre de 1815, entre ellas estaba el establecimiento de una medalla de honor de las v�ctimas del 2 de mayo que consist�a en una medalla de plata de forma oval, pendiente de una cinta negra. En el anverso ten�a esta medalla una palma y un laurel enlazados por sus troncos y que, casi toc�ndose por su extremidad superior, ven�an a formar una elipse, dentro de la cual hab�a una corona de laurel y debajo la inscripci�n: �FERNANDO VII � LAS V�CTIMAS DEL DOS DE MAYO DE 1808�. En el reverso s�lo se le�a distribuido en dos renglones: �PRO PATRIA MORI, ATERNUM VIVERE� (Qui�n muere por la Patria, vivir� siempre). Aunque era una distinci�n demasiado sencilla y de pobre concepto y ejecuci�n art�stica, fue ideada por Jos� de Macazaga, grabador de troqueles y art�fice platero, y los troqueles se confiaron al Sr. Espinosa, director de la Real Plater�a de Mart�nez.
Retrato de Fernando VII, por Zacar�as Gonz�lez V�zquez.
El propio monarca fue el encargado de repartir por su propia mano esta medalla y as� la primera promoci�n de agraciados tuvo lugar coincidiendo con el aniversario del 2 de mayo, del a�o 1816 en la Real iglesia de San Isidro, pero en esa fecha s�lo se pudieron entregar 24 medallas a familiares de las v�ctimas de las 500 que estaban previstas. La entrega de las restantes se pospuso para el d�a 30 de mayo, festividad del santo del Rey. A�n as� ese d�a 2 de mayo de 1816 ciento veinti�n parientes de v�ctimas de todas las edades, posiciones y sexos, vestidos de luto riguroso se agruparon alrededor del trono donde recibieron de las propias manos de monarca la distinci�n.
El acto de entrega de esta medalla de honor se repiti� el 30 de mayo de ese mismo a�o 1816, despu�s del besamanos en el Palacio Real y el 2 de mayo de 1817, otra vez en la iglesia de San Isidro. Los agraciados con medalla asistentes a estas �ltimas exequias, fueron dos viudas, de cinco que fueron invitadas; cuatro padres de v�ctimas, dos hijos de otros cinco a quienes se invit�; 10 hermanos, de 15, y 33 parientes, en diversos grados, de 37 que fueron calificados dignos de aquella distinci�n. Tambi�n se les concedi� a 10 heridos del 2 de mayo, de 14 y, finalmente a dos maestros, D. Pablo Brunete y D� Mar�a de la Torre, por haberse encargado gratuitamente de la educaci�n de algunos menores de v�ctimas. El reparto de estas medallas dur� hasta 1820, en que todav�a el alcalde de Madrid en representaci�n del Rey presidi� aquel a�o las exequias en San Isidro.
Entre los beneficios que conllevaba esta distinci�n estaba una pensi�n de cuatro reales diarios a las viudas; las viudas j�venes, con dotes y asignaciones de n�meros en las extracciones de la loter�a primitiva; los pobres sirvientes y los jornaleros de campo, con dos reales diarios, y con derecho, en caso de inutilidad en su vejez, a plaza en los establecimientos destinado a estos objetos; a los j�venes en estad de tomar oficio se les destinaba a los obradores p�blicos, otorgando la medalla por est�mulo y recompensa a los maestros que de ellos sacasen mejores oficiales en las diferentes artes y profesiones a llamase la inclinaci�n de cada uno. A los peones de alba�il, mendigos, peones, etc. se les daba trabajo siempre en las obras Reales o p�blicas, y a todos se les destinaron salas de distinguidos en los Hospitales General y de la Pasi�n para el caso de enfermedad. Los que por su idoneidad o particulares circunstancias merec�an otra consideraci�n, fueron colocados conforme se pudo en las oficinas del Ayuntamiento y otras semejantes.
La �ltima de las disposiciones de Fernando VII en su Real orden de 27 de octubre de 1815, mandada ejecutar al conde de Moctezuma, corregidor de Madrid, se refer�a a la formaci�n de una lista general que comprendiera los nombres de todas las v�ctimas del 2 de mayo de 1808, los cuales para eterna memoria de su heroico sacrificio, habr�an de inscribirse en letras de oro en grandes l�pidas de m�rmol negro, que se colocar�an en Real Iglesia de San Isidro, donde su restos a la saz�n descansaban. En cumplimiento de este precepto, se form� un Plan de v�ctimas el a�o 1816 que comprend�a 115 muertos; el a�o 1817 se a�adieron otros cinco, y tres en 1818, y, por �ltimo, otros 16 hasta el a�o 1821. Cuyo total daba 139 v�ctimas, pero las convulsiones pol�ticas resultantes del trienio liberal, hizo que este mandato de Fernando VII no se cumpliera.