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Marzo 2017, Edición 114    4 de octubre de 2017

Artículos > Artículos Numismática

Por Pedro Dami�n Cano Borrego

De todos es bien sabido que esta obra cumbre de la literatura espa�ola y universal refleja fielmente la vida cotidiana de la �poca en la que fue escrita, y, como no pod�a ser menos, tambi�n de la moneda en circulaci�n en los reinos de Castilla, por su car�cter de medida de valor y medio de pago en las transacciones de la vida diaria de la poblaci�n y en las grandes operaciones mercantiles.

Por Pedro Dami�n Cano Borrego

El conflicto b�lico que se desarroll� por la sucesi�n en la Corona de Castilla tras la muerte de Enrique IV de Trast�mara entre los partidarios de su hija Juana, apoyados por su esposo Alfonso V de Portugal y Francia, y los de su hermana Isabel, la esposa de Fernando, heredero de la Corona de Arag�n, tuvo uno de sus principales frentes en las costas atl�nticas del continente africano.
La mitología y la moneda: Lesbos (III)

Por Jos� A. Jim�nez Peris

Concluimos la serie dedicada a Lesbos con esta tercera entrega en la que se muestran monedas relativas a los s�tiros que acompa�aban con frecuencia a Dioniso, sobre todo en su viaje a la India en el que uno de ellos actu� como auriga del dios. Adem�s, veremos algunos ejemplares con el rostro de los cabiros y Pr�apo.

Las remesas de metales preciosos indianos en la Edad Moderna (IV)

Por Pedro Dami�n Cano Borrego

El destino de todos los tesoros llegados a la Pen�nsula en esta �poca era la Casa de Contrataci�n, y si por alguna circunstancia el desembarco se produc�a en otro puerto que no fuese Sevilla, como M�laga o Lisboa, los cargamentos eran inmediatamente trasladados a este lugar. Una vez en la Casa, un funcionario, llamado balanzario, los pesaba, procedi�ndose despu�s a su custodia en la c�mara del Tesoro, la Audiencia o el Consulado de Comercio.

Rumbo a lo desconocido

Por Jos� Ram�n Vicente Echag�e

La era de la dinast�a Han (206 a.C. � 221 d.C.) presenci� la consolidaci�n de China como unidad pol�tico-administrativa, aunque tambi�n dej� sentadas las bases de su futura divisi�n y decadencia. En el terreno financiero y monetario, el estado trat� por un lado de asegurarse el monopolio de la emisi�n de moneda y por otro garantizar la uniformidad monetaria en todo el territorio.

Numism�tica de Isabel II

Por Javier Mart�nez

En 1833 se producen tres hechos, muere el Rey Fernando VII, se produce el primer levantamiento Carlista en medio de una fuerte epidemia de C�lera y Javier del Burgo impone en Espa�a la moderna divisi�n en provincias.

Nummus Romae

La República

Por Jos� A. Jim�nez Peris

En las siguientes l�neas, vemos c�mo en Roma se instaura la Rep�blica y desaparece el ganado como unidad de cuenta para los intercambios comerciales, dando paso a lo que podr�amos definir como el antecedente m�s pr�ximo a la moneda.

La falsedad de moneda en el Derecho Romano

Por Pedro Dami�n Cano Borrego

En Roma se consider� siempre que el derecho de amonedaci�n estaba unido a la soberan�a, independientemente de la forma en la que �sta se asumiese. Ya en el Derecho antiguo romano encontramos una serie de conductas con respecto a la moneda que eran consideradas constitutivas de delito, y por ello aparecen en las disposiciones penales tanto por su gravedad intr�nseca, al ser considerada la falsificaci�n de moneda una falsedad penal en general, como una falsedad documental, dado que se consideraba la moneda no solo como signo representativo y medida de valor sino tambi�n como un documento fiduciario y liberatorio.

Las remesas de metales preciosos indianos en la Edad Moderna (III)

Por Pedro Dami�n Cano Borrego

Entre 1702 y 1712, durante la Guerra de Sucesi�n, s�lo cinco flotas zarparon de Veracruz, y el escaso comercio que se tuvo con la Pen�nsula fue mediante los nav�os de aviso y de registro. Manero defin�a los avisos como las peque�as embarcaciones que tra�an la correspondencia del gobierno y de los particulares, cargando tambi�n un corto n�mero de mercanc�as. Estos buques hac�an en un principio dos viajes al a�o, que posteriormente pasaron a ser ocho, cuatro para Nueva Espa�a y otros cuatro a otros puntos de las Indias.

Por Javier Mart�nez

La mayor�a de los que se emprenden en el mundillo de las monedas de Isabel II ven un poco liado sus diferentes sistemas monetarios y sus distintas marcas de ceca. Aqu� trataremos de explicar lo mejor y m�s sencillamente posible las diferentes marcas de las cecas de Sevilla, Madrid, Barcelona, Segovia y Jubia.

Por Rub�n L�pez-Cort�s

El nacimiento de nuestra ya sucumbida moneda, la peseta, fue de lo m�s accidentada. Los �ltimos a�os del siglo XIX fueron �pocas de tensiones y cambios radicales a nivel internacional; la misma Espa�a agonizaba entre las directrices pol�ticas ancladas en el pasado y las corrientes que clamaban por un cambio regeneracional que devolviera al pa�s a una posici�n dominante en el mundo y de la que apenas nada quedaba ya.
“Per aes et libram”

Por Pedro Dami�n Cano Borrego

En la Roma Antigua, el bronce en bruto, aes rude, se utiliz� para las transacciones monetarias durante los primeros siglos de su historia. Para comprobar su peso y valor, se utilizaba la balanza en cada transacci�n, de donde procede el t�rmino aestimare, apreciar. Las compraventas se conoc�an por la locuci�n per aes et libram, por el bronce y la balanza.

Las remesas de metales preciosos indianos en la Edad Moderna (II)

Por Pedro Dami�n Cano Borrego

En los puertos de embarque hacia Sevilla no se permit�a que parte de estos ingresos se usasen para otros fines. As�, se orden� a los gobernadores de La Habana que no tomasen ning�n dinero del que llegase en las flotas y Armadas, ni de la Real Hacienda ni de los particulares, apercibi�ndoles de que en caso contrario se proceder�a contra ellos. Asimismo, a los Oficiales de Tierra Firme se les ordenaba, aun en caso de cualquier orden en contrario, que no dispusieran de los caudales remitidos desde Per�, usando para hacer frente a sus pagos los ingresos procedentes de los almojarifazgos y dem�s ingresos propios de su Caja.
Las remesas de metales preciosos indianos en la Edad Moderna (II)

Por Pedro Dami�n Cano Borrego

En los puertos de embarque hacia Sevilla no se permit�a que parte de estos ingresos se usasen para otros fines. As�, se orden� a los gobernadores de La Habana que no tomasen ning�n dinero del que llegase en las flotas y Armadas, ni de la Real Hacienda ni de los particulares, apercibi�ndoles de que en caso contrario se proceder�a contra ellos. Asimismo, a los Oficiales de Tierra Firme se les ordenaba, aun en caso de cualquier orden en contrario, que no dispusieran de los caudales remitidos desde Per�, usando para hacer frente a sus pagos los ingresos procedentes de los almojarifazgos y dem�s ingresos propios de su Caja.

Por Pedro Dami�n Cano Borrego

Bajo el polis�mico nombre de remesas se encubren realidades objetivas diferentes. En su acepci�n original significa trasladar algo de una parte a otra, sin otra connotaci�n que el trasiego de metales preciosos por v�a oficial, con registro, desde las Indias con destino a la Pen�nsula.
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